Si no hay competencia no hay calidad y precio.
Pero si se dificulta en exceso el crecimiento y la fusión de empresas, estas no serán lo suficientemente rentables como para poder ofrecer calidad y precios.
Estos dos conceptos valen para todo tipo de empresas y para la economía en general.
Es decir, al final como todo en la vida es encontrar ese sabio término medio, que por desgracia no es popular ni políticamente correcto.