¡CUIDAMOS LA PÚBLICA!

'

LLAMA DE AMOR VIVA.

Iniciado por Aldeire, 24 Febrero, 2012, 20:56:59 PM

Tema anterior - Siguiente tema

0 Miembros y 1 Visitante están viendo este tema.

ChusCyL

Campo de batalla

Nace en las ingles un calor callado,
como un rumor de espuma silencioso.
Su dura mimbre el tulipán precioso
dobla sin agua, vivo y agotado.

Crece en la sangre un desasosegado,
urgente pensamiento belicoso.
La exhausta flor perdida en su reposo
rompe su sueño en la raíz mojado.

Salta la tierra y de su entraña pierde
savia, veneno y alameda verde.
Palpita, cruje, azota, empuja, estalla.

La vida hiende vida en plena vida.
Y aunque la muerte gane la partida,
todo es un campo alegre de batalla.

Rafael Alberti


Iam tempus est agi res

w. Matilda

HIJO DE LA LUZ Y DE LA SOMBRA

( Hijo de la sombra )

Eres la noche, esposa: la noche en el instante
mayor de su potencia lunar y femenina.
Eres la medianoche: la sombra culminante
donde culmina el sueño, donde el amor culmina.

Forjado por el día, mi corazón que quema
lleva su gran pisada del sol adonde quieres,
con un sólido impulso, con una luz suprema,
cumbre de las montañas y los atardeceres.

Daré sobre tu cuerpo cuando la noche arroje
su avaricioso anhelo de imán y poderío.
Un astral sentimiento febril me sobrecoge,
incendia mi osamenta con un escalofrío.

El aire de la noche desordena tus pechos,
y desordena y vuelca los cuerpos con su choque.
Como una tempestad de enloquecidos lechos,
eclipsa las parejas, las hace un solo bloque.

La noche se ha encendido como una sorda hoguera
de llamas minerales y oscuras embestidas.
Y alrededor la sombra late como si fuera
las almas de los pozos y el vino difundidas.

Ya la sombra es el nido cerrado, incandescente,
la visible ceguera puesta sobre quien ama;
ya provoca el abrazo cerrado, ciegamente,
ya recoge en sus cuevas cuanto la luz derrama.

La sombra pide, exige seres que se entrelacen,
besos que la constelen de relámpagos largos,
bocas embravecidas, batidas, que atenacen,
arrullos que hagan música de sus mudos letargos.

Pide que nos echemos tú y yo sobre la manta,
tú y yo sobre la luna, tú y yo sobre la vida.
Pide que tú y yo ardamos fundiendo en la garganta,
con todo el firmamento, la tierra estremecida.

El hijo está en la sombra que acumula luceros,
amor, tuétano, luna, claras oscuridades.
Brota de sus perezas y de sus agujeros,
y de sus solitarias y apagadas ciudades.

El hijo está en la sombra: de la sombra ha surtido,
y a su origen infunden los astros una siembra,
un zumo lácteo, un flujo de cálido latido,
que ha de obligar sus huesos al sueño y a la hembra.

Moviendo está la sombra sus fuerzas siderales,
tendiendo está la sombra su constelada umbría,
volcando las parejas y haciéndolas nupciales.
Tú eres la noche, esposa. Yo soy el mediodía.

II

( Hijo de la luz )

Tú eres el alba, esposa: la principal penumbra,
recibes entornadas las horas de tu frente.
Decidido al fulgor, pero entornado, alumbra
tu cuerpo. Tus entrañas forjan el sol naciente.

Centro de claridades, la gran hora te espera
en el umbral de un fuego que al fuego mismo abrasa:
te espero yo, inclinado como el trigo a la era,
colocando en el centro de la luz nuestra casa.

La noche desprendida de los pozos oscuros,
se sumerge en los pozos donde ha echado raíces.
Y tú te abres al parto luminoso, entre muros
que se rasgan contigo como pétreas matrices.

La gran hora del parto, la más rotunda hora:
estallan los relojes sintiendo tu alarido,
se abren todas las puertas del mundo, de la aurora,
y el sol nace en tu vientre, donde encontró su nido.

El hijo fue primero sombra y ropa cosida
por tu corazón hondo desde tus hondas manos.
Con sombras y con ropas anticipó su vida,
con sombras y con ropas de gérmenes humanos.

Las sombras y las ropas sin población, desiertas,
se han poblado de un niño sonoro, un movimiento,
que en nuestra casa pone de par en par las puertas,
Y ocupa en ella a gritos el luminoso asiento.

¡Ay, la vida: qué hermoso penar tan moribundo!
Sombras y ropas trajo la del hijo que nombras.
Sombras y ropas llevan los hombres por el mundo.
Y todos dejan siempre sombras: ropas y sombras.

Hijo del alba eres, hijo del mediodía.
Y ha de quedar de ti luces en todo impuestas,
mientras tu madre y yo vamos a la agonía,
dormidos y despiertos con el amor a cuestas.

Hablo, y el corazón me sale en el aliento.
Si no hablara lo mucho que quiero me ahogaría.
Con espliego y resinas perfumo tu aposento.
Tú eres el alba, esposa. Yo soy el mediodía.

III

( Hijo de la luz y la sombra )

Tejidos en el alba, grabados, dos panales
no pueden detener la miel en los pezones.
Tus pechos en el alba: maternos manantiales,
luchan y se atropellan con blancas efusiones.

Se han desbordado, esposa, lunarmente tus venas,
hasta inundar la casa que tu sabor rezuma.
Y es como si brotaras de un pueblo de colmenas,
tú toda una colmena de leche con espuma.

Es como si tu sangre fuera dulzura toda,
laboriosas abejas filtradas por tus poros.
Oigo un clamor de leche, de inundación, de boda
junto a ti, recorrida por caudales sonoros.

Caudalosa mujer: en tu vientre me entierro.
Tu caudaloso vientre será mi sepultura.
Si quemaran mis huesos con la llama del hierro,
verían que grabada llevo allí tu figura.

Para siempre fundidos en el hijo quedamos:
fundidos como anhelan nuestras ansias voraces:
en un ramo de tiempo, de sangre, los dos ramos,
en un haz de caricias, de pelo, los dos haces.

Los muertos, con un fuego congelado que abrasa,
laten junto a los vivos de una manera terca.
Viene a ocupar el hijo los campos y la casa
que tú y yo abandonamos quedándonos muy cerca.

Haremos de este hijo generador sustento,
y hará de nuestra carne materia decisiva
donde asienten su alma, las manos y el aliento,
las hélices circulen, la agricultura viva.

Él hará que esta vida no caiga derribada,
pedazo desprendido de nuestros dos pedazos,
que de nuestras dos bocas hará una sola espada
y dos brazos eternos de nuestros cuatro brazos.

No te quiero en ti sola: te quiero en tu ascendencia
y en cuanto de tu vientre descenderá mañana.
Porque la especie humana me han dado por herencia,
la familia del hijo será la especie humana.

Con el amor a cuestas, dormidos y despiertos,
seguiremos besándonos en el hijo profundo.
Besándonos tú y yo se besan nuestros muertos,
se besan los primeros pobladores del mundo.

Miguel Hernández

Hijo de la Luz y de la Sombra. - Joan Manuel Serrat.

Buenas noches

w. Matilda

A DÍA DE HOY

A día de hoy podría decir
que la sombra que arrastro
se me escapa.
A día de hoy podría decir
que perdí los tesoros
de los mapas.
A día de hoy sólo puedo decir
que la nada fue el fin
de cada etapa...

A día de hoy sólo quiero decir
que no sé de dónde vengo
ni a dónde voy,
pero quiero que sepas
que sólo sé quién soy
cuando estoy
dentro de ti.

A día de hoy podría decir
que el Azar fue el demiurgo
de mis sueños.
A día de hoy podría decir
que acabé de morirme
en cada empeño.
A día de hoy sólo puedo decir
que fue un mito intentar
vivir sin dueño...

A día de hoy podría decir
que no hallé ningún faro
en ningún puerto.
A día de hoy podría decir
que el amor fue mi voz
en el desierto.
A día de hoy sólo puedo decir
que vivir fue otra forma
de estar muerto...

A dia de hoy


w. Matilda



MIENTRAS TÚ EXISTAS

Mientras tú existas,
mientras mi mirada
te busque más allá de las colinas,
mientras nada
me llene el corazón,
si no es tu imagen, y haya
una remota posibilidad de que estés viva
en algún sitio, iluminada
por una luz cualquiera... 

Mientras
yo presienta que eres y te llamas
así, con ese nombre tuyo
tan pequeño,
seguiré como ahora, amada
mía,
transido de distancia,
bajo ese amor que crece y no se muere,
bajo ese amor que sigue y nunca acaba.

Ángel González

Ángel González y Pedro Guerra - mientras existas

nena69

Alrededor no hay nada

El moño, las pestañas, las pupilas,

el peroné, la tibia, las narices,

la frente, los tobillos, las axilas,

el menisco, la aorta, las varices,

la garganta, los párpados, las cejas,

las plantas de los pies, la comisura,

los cabellos, el cóccix, las orejas,

los nervios, la matriz, la dentadura,

las encías, las algas, los tendones,

la rabadilla, el vientre, las costillas,

los húmeros, el pubis, los talones,

la clavícula, el cráneo, la papada,

el clítoris, el alma, las cosquillas.

Ésa es mi patria; alrededor no hay nada.


Sabina

Joaquin Sabina - Alrededor no hay nada



nena69

   
Sabrás que no te amo y te amo
Sabrás que no te amo y que te amo.
Puesto que de los dos modos es la vida,
la palabra es un ala del silencio,
el fuego tiene su mitad de frío.
Yo te amo para comenzar a amarte;
para recomendar al infinito
y para no dejar de amarte nunca:
por eso no te amo todavía.
Te amo y no te amo, como si tuviera
en mis manos las llaves de la dicha
y un incierto destino desdichado.
Mi amor tiene dos vidas para amarte
por eso te amo cuando no te amo
y por eso te amo, cuando te amo.


Neruda

w. Matilda

SIN TU LATIDO


Hay algunos que dicen
que todos los caminos conducen a Roma
y es verdad porque el mío
me lleva cada noche al hueco que te nombra
y le hablo y le suelto
una sonrisa, una blasfemia y dos derrotas;
luego apago tus ojos
y duermo con tu nombre besando mi boca.
Ay, amor mío,
qué terriblemente absurdo
es estar vivo
sin el alma de tu cuerpo,
sin tu latido.
Que el final de esta historia,
enésima autobiografía de un fracaso,
no te sirva de ejemplo,
hay quien afirma que el amor es un milagro
que no hay mal que no cure
pero tampoco bien que le dure cien años;
eso casi lo salva,
lo malo son las noches que mojan mi mano.
Aunque todo ya es nada,
no sé por qué te escondes y huyes de mi encuentro.
por saber de tu vida
no creo que vulnere ningún mandamiento;
tan terrible es el odio
que ni te atreves a mostrarme tu desprecio,
pero no me hagas caso,
lo que me pasa es que este mundo no lo entiendo.



Sin Tu Latido - Luis Eduardo Aute

w. Matilda

FLOR DE JARA

Haz descender una estrella
que bañe mi cuerpo con toda su luz.
Tráeme paisajes de encina en tus ojos
un verde pintado de azul.
Limpia de nubes mi cielo,
llena mis horas de miel;
tú mi lucero, mi flor de jara, ven.

Haz descender una estrella
que bañe de plata el ultimo sol.
Tráeme cerezas granadas de labios,
destellos en tu corazón.
Dame tu olor de manzana
brezo y tomillo en mi piel;
tú mi lucero, mi flor de jara, ven.

Haz descender una estrella
que bañe la luna de otro amanecer.
Tráeme simiente de vida en tus brazos
la fuerza de todo tu ser.
Quiéreme incienso y retama,
surco y barbecho en tus pies;
tú mi lucero, mi flor de jara, ven.


Luis Pastor - Flor de jara


w. Matilda

TÚ ERES LA MÚSICA QUE TENGO QUE CANTAR

Sé que hace tiempo te búscaba el nombre,
y así, despacio, sin hacerme daño,
fuiste una luz iluminando a un hombre
que anduvo a oscuras todos estos años.
Qué búscaras en mí que ya no tengas?
y no me hablen de paz ni de cordura
porque mi paz y toda mi experiencia
me laceran de muerte tu figura.

Por eso yo, quiero llenarte de color tu intimidad,
pintar de risa tu impresión de soledad,
irte cantando por el mar y la ciudad.
Tú te pareces tanto a la felicidad
que en ese rítmo tán difícil de lograr,
en los mátices que no hay que retocar,
en la belleza del arte más natural
tú eres la música que tengo que cantar.

Lo que yo siento quisiera decirlo
un día de Julio en medio de la plaza,
oír tu nombre por los altavoces,
sentirlo rebotar de casa en casa.
Y aquí me tienes tarareando un sueño,
cazando estrellas por la mádrugada,
púpila alerta, guardando un silencio
para irme a refugiarme en tu mírada.

Por eso yo, quiero llenarte de color tu intimidad ,
pintar de risa tu impresión de soledad,
irte cantando por el mar y la ciudad.
Tú te pareces tanto a la felicidad
que en ese rítmo tan difícil de lograr.
en los mátices que no hay que retocar.
en la belleza del arte más natural
tú eres la música que tengo que cantar.

Pablo Milanes - TU ERES LA MUSICA QUE TENGO QUE CANTAR

Carmen Sotillo

AY DEL AMOR

Todas mis ilusiones andaban de fiesta
cuando llegó a mi puerta, queriendo encontrar un nido,
no trajo nada consigo, solo el pesar y la vida
que le encendían la piel, pues del amor no sabía.
Como el andar solitario no es cosa de broma
me acostumbré a su aroma, así como si nada,
y en la primera alborada que del silencio salvamos,
entre el deseo y el miedo de no caer nos amamos.

Ay del amor, que cargado de sed
vuela, se posa y se marcha otra vez.
Ay de los sueños que van a morir en el mar.
Ay de mí, ay que ha pasado el amor
y no vuelve a pasar, ay de mí, nunca más.

Y así empezó la historia, mientras corría marzo,
me dormía en sus brazos  al viento vespertino,
ya dueño de mi camino, de mi esperanza y mi verso,
se fue incubando el presagio que hace al amor rutinario.
Y una de tantas mañanas se nos heló en la cama,
y  el amor, como muerto, apareció desierto
en medio del recuerdo que se quedaba tendido
y que quisimos salvar, pero ya estaba perdido.

Ay del amor ,que cargado de sed
Vuela, se posa y se marcha otra vez.
Ay de los sueños que van a morir en el mar.
Ay de mí,  ay que ha pasado el amor
y no vuelve a pasar, ay de mí, nunca mas

Ivette Cepeda. Ay del amor.mpeg


¡CUIDAMOS LA PÚBLICA!

'