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Que no nos cuenten milongas

Iniciado por respublica, 03 Enero, 2013, 16:23:16 PM

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Carlos Elordi, El Diario, 03/01/2013


Coincidiendo con las navidades y la llegada del nuevo año, el Gobierno español y sus corifeos mediáticos han lanzado una campaña propagandística para tratar de hacer creer a la gente de que dentro de unos meses el sol volverá a lucir sobre nuestra economía y las cosas empezarán a ir mejor. El objetivo principal de ese intento –cuyas posibilidades de éxito se ven muy reducidas por la nula credibilidad de la que gozan Rajoy y sus gentes– es seguramente desactivar la creciente tensión social o, cuando menos, evitar que esta estalle dentro de un tiempo, tal y como algunos en La Moncloa temen que ocurra. Pero lo cierto es que absolutamente nada indica que en un plazo desgraciadamente largo –al menos dos años– vaya a ocurrir algo que modifique la dramática situación en la que estamos. El Gobierno, una vez más, nos está contando una milonga.

Porque ningún informe serio de previsiones –ni siquiera los de las instituciones oficiales– atisba cambios sustanciales a medio plazo en la economía española. Y, lo que es aún más desalentador, los pronósticos sobre la economía mundial y, en particular sobre la europea y la norteamericana, están teñidos de pesimismo: moderado o radical, según las fuentes, pero la percepción generalizada es que la crisis, que ya dura casi cinco años, continúa y que aún puede depararnos sustos de primera magnitud.

El hecho al que se agarran por igual Rajoy o los responsables máximos de la UE para decir que la situación ha mejorado es que el euro no se ha hundido en contra de lo que se temía hace algunos meses. Pero ningún analista descarta que en el futuro inmediato la moneda única pueda sufrir nuevas sacudidas muy serias. Grecia –donde es perfectamente posible que Syriza, la izquierda, se haga dentro de no mucho con el Gobierno y se niegue a acatar la atroz disciplina que impone Bruselas– o Italia –donde tras las próximas elecciones podría ocurrir algo parecido, solo que en este caso por vía de la presión de la derecha nacionalista de Berlusconi, aunque puede que también del centroizquierda, sobre todo si no sale bien parada de las urnas– son las inquietudes más serias en ese contexto.

Pero un análisis del Frankfurter Allgemeine Zeitung contempla otros factores: "Todavía no hay señal alguna del fin de la recesión en el sur de Europa. Por el contrario, la industria ha vuelto a caer este año", escribe el diario germano. Y también: "Muchos economistas alemanes y los contribuyentes están seriamente preocupados por el coste del rescate del sur". Lanzar las campanas al vuelo sobre el euro cuando existen esas inquietudes es poco menos que insensato.

Además, lo que interesa prioritariamente a ese diario, y también a Der Spiegel y a otros cuantos, es la marcha de la economía alemana y que esta no se vea afectada por compromisos con países débiles. Y aunque la opinión mayoritaria es que, al final, Alemania superará la recesión, hay serias dudas de que la economía germana vuelva, aun a largo plazo, a tasas confortables de crecimiento. Un informe de la OCDE destacado por The New York Times concluye que durante las próximas décadas el PIB alemán sólo crecerá a un promedio del 1,5% anual. "Sin ser eso un estancamiento total, es poco más que cero. Y esa no es una perspectiva creíble para una economía que quiere marcar el paso de Europa".

Otro informe, este del Financial Times, añade aún más pesimismo, ya desde su titular ("Europa, quemada y abandonada. Aumentan los temores de que se produzca un nuevo capítulo en la crisis del continente"). El texto enumera la larga serie de cierres de factorías industriales y de servicios que se han producido estos últimos años en Europa porque sus dueños han decidido trasladar su producción a países más baratos, tanto en costes laborales como fiscales: "Entre 2007 y 2011 la inversión anual en los países de la UE cayó en más de 350.000 millones de euros". Y el proceso continúa. Asia, con China a la cabeza, está ganando la partida a Alemania y a todo el resto de la UE. Y no hay recetas para evitarlo.

Otra falsa alegría de los últimos días ha sido el acuerdo 'in extremis' alcanzado entre Barack Obama y las cámaras norteamericanas para evitar que el país caiga en el precipicio fiscal. Aunque en términos políticos el acuerdo podría significar que el presidente tiene mayor capacidad que hace unos meses para embridar a la ultraderecha republicana, desde el punto de vista económico, la noticia ha sido recibida con mucho escepticismo. "El acuerdo hizo subir a las bolsas, pero eso no obvia que en febrero mismo puede estallar una nueva trifulca fiscal", dice The Wall Street Journal.

Nouriel Roubini, un economista que se ha hecho famoso gracias a sus aciertos, pronostica en el Financial Times que una nueva crisis fiscal estallará en marzo. Y Le Monde no se anda con chiquitas: "El acuerdo es un poco de mercurocromo sobre una herida que sigue supurando. Estados Unidos –que se ha reído mucho de la incapacidad de los europeos para superar la crisis del euro– sigue sin tener una estrategia para hacer frente a una patología que la está minando: una deuda pública gigantesca". Y los gastos sociales del Gobierno norteamericano, sobre todo la atención a los ancianos y las pensiones, siguen en el punto de mira.

El mundo no se va a venir abajo. Pero las dinámicas económicas previsibles a corto y medio plazo en los países que marcan las tendencias de la economía occidental –y particularmente de la nuestra– no alientan muchas esperanzas. El que quiera hacer creer lo contrario nos está tratando de engañar.

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