El País - 20 JUN 2013 - 10:14
Modelar aulas a la medida del alumno (http://ccaa.elpais.com/ccaa/2013/06/19/catalunya/1371672225_921603.html)
Escuelas e institutos buscan fórmulas para atender a los estudiantes rezagados. Los expertos alertan de los riesgos que conlleva separar a discreción
Ivanna Vallespín / Pilar Álvarez
¿Separar o no separar a los alumnos de una misma clase en función de sus resultados académicos? Esa no es la cuestión. La respuesta está más bien en cómo, cuándo, para qué y durante cuánto tiempo. Crear grupos que diferencien a los alumnos según su rendimiento o separarlos para realizar refuerzos puntuales es un recurso que en los últimos años se ha extendido como la pólvora en escuelas e institutos para luchar contra el creciente fracaso escolar. España tocó techo en 2006, cuando casi un tercio de sus alumnos de secundaria no se graduaban. El porcentaje ha caído a un 25,7%, pero Europa ha fijado un tope a la vuelta de la esquina que aún está lejos de alcanzarse: bajar del 15% en 2020. ¿Cómo lograrlo?
El Consejo Europeo considera que "el principal objetivo de la cooperación entre las autoridades de educación a nivel europeo" es la lucha contra el bajo rendimiento en matemáticas, ciencias y lectura. Las escuelas e institutos españoles ven que el modelo tradicional de aulas homogéneas se queda obsoleto en algunos casos y buscan prácticas alternativas que se adapten a las nuevas necesidades y realidades de las aulas, muy diversificadas con la llegada de inmigración durante la última década.
Expertos e instituciones españolas y europeas marcan unas líneas rojas sobre estas técnicas de separación y alertan de que aplicarlas de forma sistemática y a discreción puede aumentar las desigualdades sociales o derivar claramente en segregación. La realidad de las escuelas abre el abanico a múltiples opciones. "Una medida educativa puede ser inclusiva o segregadora. Todo depende de cómo se aplique", resume Enric Roca, profesor de Pedagogía en la Universidad Autónoma de Barcelona.
Cataluña impulsa un programa que separa niños ya en primero de ESOCataluña fue la última en sacar a la palestra el debate sobre la separación de alumnos según su rendimiento. Hace tres semanas, la Generalitat anunció que a partir del próximo curso pondrá en marcha el Programa Intensivo de Mejora (PIM) para separar a los alumnos de primero de ESO (12 años) que arrastren dificultades en matemáticas y lengua. Estos estudiantes rezagados recibirán clases en pequeños grupos, mientras el resto de compañeros seguirán en el aula normal.
El anuncio despertó críticas entre distintos expertos, que dudan de su eficacia. Uno de los puntos más delicados es la edad elegida para separar a los alumnos. Antes de los 13 años es "completamente desaconsejable" abrir itinerarios distintos para los estudiantes, según el informe
Actuaciones de éxito en las escuelas europeas, elaborado en 2011 por el Ministerio de Educación con la colaboración de universidades de 14 países europeos. "Cuanto más temprano se lleva a cabo esta segregación, mayores son las desigualdades que se generan entre el alumnado", señala el documento, que alerta de que la separación aumenta las posibilidades de exclusión para los que tienen menor nivel académico y reducen sus oportunidades laborales de futuro.
La consejera catalana de Enseñanza, Irene Rigau, intentó eludir las críticas a su iniciativa. "No es una segregación, es un grupo que se desdobla para trabajar mejor", dijo al presentar el nuevo programa que, en realidad, oficializa una vieja práctica. De hecho, un 30% de los institutos públicos catalanes ya crea grupos diferentes según el nivel del alumno, según las estimaciones de la Fundación Jaume Bofill, especializada en cuestiones educativas. Uno de ellos es el instituto Manuel Carrasco i Formiguera (Barcelona) que practica agrupamientos flexibles desde hace unos 15 años. Funcionan con tres grupos diferentes: el avanzado (con una treintena de alumnos), el estándar (entre 20 y 25) y el básico (6-8 alumnos con problemas de aprendizaje). Se le añade el epíteto de flexible porque a mitad del curso se evalúa a los alumnos y, en función de sus resultados, pueden moverse de grupo. La fórmula es similar a la que aplican otros centros españoles. "Cambian según su actitud y su aptitud. Por ejemplo, un alumno del grupo avanzado, aunque sea un gandul, se queda allí porque tiene que trabajar y tiene la capacidad para hacerlo", explican desde la dirección del centro. "Con este sistema conseguimos que los que van muy bien no se paren y no se aburran. A los que van más lentos se les da una atención más personalizada, se está más encima de ellos, así que también mejoran", añaden.
"Es algo segregador o inclusivo según cómo se aplique", dice un expertoLa experiencia también se practica en centros de primaria. Hace casi cuatro décadas que la escuela barcelonesa Font d'en Fargas divide a los chicos en tres grupos según su nivel. La directora Lluïsa Terrades niega que su modelo pueda ser excluyente. "Depende de cómo lo plantea la escuela y cómo haga sentir el maestro al alumno. Nunca se identifica al niño con el grupo bajo, es una cuestión de lenguaje. Los alumnos son conscientes de la separación, pero cuando están en el grupo clase también se sabe quién va más mal", justifica Terrades. La directora admite que incluso entre su profesorado hay opiniones divergentes, pero defiende estos agrupamientos en las asignaturas instrumentales por los buenos resultados que producen. "En el resto de materias aprenden todos juntos. Cuando están separados avanzan y les damos las bases para tener las competencias, y ello les permiter bien en las otras asignaturas", remacha.
Distintos estudios europeos alertan, sin embargo, de que la separación de alumnos por niveles académicos puede afectar a su sociabilidad y a su autoestima. "Cuando uno segrega manda un mensaje de que existe un conjunto de alumnado por el que no vale la pena preocuparse y eso conduce a trayectorias de las que es difícil salir", explica José Saturnino, profesor de Sociología de la Universidad de la Laguna. Juan Antonio Planas, presidente de la Confederación de Psicopedagogía y Orientación de España, refuerza esta idea: "Los alumnos que ven que están en grupos más atrasados tienden a bajar expectativas y a fracasar. Es la profecía autocumplida: si ya esperan de mí que fracase, voy a fracasar".
El mapa europeo en esta materia es muy diverso. En el estudio
Actuaciones de éxito en las escuelas europeas, ya mencionado, las distintas experiencias del continente se dividen en cuatro grandes grupos. Lo países germánicos utilizan el llamado modelo de separación, seleccionan al alumnado y crean itinerarios diversificados según sus capacidades ya desde la primaria. El segundo es la escuela comprensiva anglosajona, que en los últimos años se ha extendido en España. En síntesis, se trata de que los alumnos compartan la mayor parte del currículo escolar, pero permite la creación de grupos dentro del aula o clases de diferente nivel para atender a la diversidad. La integración uniforme es el propio de los países latinos, como Francia y Portugal. Aquí el currículum es común para todos y se recurre a la repetición de curso como forma de nivelar a los alumnos. Y por último está la integración individualizada, propia de los países nórdicos, donde buscan soluciones pedagógicas a medida de las necesidades de cada estudiante. España sigue a grandes rasgos el modelo latino pero en los últimos años está experimentando con otras fórmulas.
Se ha escrito mucha literatura sobre los métodos de separación de los alumnos, pero algunos expertos apuntan a que, pese al volumen de publicaciones, no existe una experiencia de campo fiable que indique qué sistema es el mejor. Joaquim Prats, catedrático en Didáctica de las Ciencias Sociales de la Universidad de Barcelona y experto en el análisis de los sistemas educativos, explica que dos modelos educativos muy diferentes, como el finlandés y el alemán, pueden obtener resultados muy buenos en PISA mientras que otros similares pueden dar lugar a notas dispares. "Lo importante es la implicación del profesorado, su formación y el método de selección", incide este experto. "En Finlandia y los países con mejores resultados los requisitos para ser profesor son más exigentes que aquí", añade.
Europa recomienda las políticas inclusivas y evitar la separaciónLa clasificación en cuatro grupos puede resultar encorsetada, ya que la realidad de las aulas muestra cómo los profesores experimentan con prácticas pedagógicas. En el instituto Lluís Vives de Barcelona han desplegado hasta cuatro tipos de agrupamientos diferentes de los escolares para dar respuesta a la amplia variedad de alumnos, ya sea por nacionalidad como por procedencia socioeconómica. En las asignaturas instrumentales se clasifican los alumnos, pero en las más prácticas se mezclan para que compartan vivencias. En las optativas, se dirige al estudiante según sus capacidades y potencialidades. Si les cuesta hablar en público, se les recomienda teatro, por ejemplo. El último agrupamiento se produce en el trabajo de síntesis, donde los estudiantes se unen según gustos y formas de trabajar.
El resultado de este mosaico de modelos es que el índice de éxito escolar del instituto se sitúa en el 95%. "No pensamos en los dogmas a la hora de agrupar a los alumnos, pensamos en sus necesidades. Si están encerrados en un mismo grupo siempre no se enriquecen. Tenemos alumnos de una escuela superbrillante, lo fácil hubiera sido separarlos por nivel, pero no lo hicimos. Así aprenden unos de otros y cuando salen de aquí saben convivir con todo tipo de personas", arguye Sabater.
Cuando se habla de mejorar la calidad educativa es inevitable que aparezca la referencia a Finlandia, a la cabeza de los resultados académicos de PISA. "La equidad es lo más esencial en la política educativa finlandesa, un valor nacional", explica el profesor Jari Lavonen, jefe del Departamento de Formación Docente de la universidad de Helsinki. Allí, explica, las escuelas disfrutan de una amplia autonomía para decidir cómo agrupar a los estudiantes. "Si, por ejemplo, hay dos alumnos con necesidades especiales en una clase tiene que haber dos profesores o un profesor y un asistente", dice Lavonen. En el país nórdico hay una apuesta clara por los refuerzos en el sistema y un respaldo decidido a los profesores, que disponen de un amplio margen de autonomía y de prestigio.
"Al agrupar a los alumnos pensamos en sus necesidades", señala una maestraLos recortes y las reducciones de plantilla —que se han visto mermadas en decenas de miles de profesores este curso tras el decreto aprobado el año pasado que aumenta las ratios de alumnos y las horas de clase, aunque aún no existe estadísticas estatales oficiales— reducen las opciones de los centros españoles, que alertan de que esas reducciones van justo en dirección contraria a la apuesta por estas agrupaciones flexibles. En el instituto Icaria de Barcelona prevén cerrar uno de estos grupos el próximo curso por la falta de profesores. En esto centro crean pequeños grupos para los alumnos con más dificultades de aprendizaje en cinco asignaturas, pero en cuarto de ESO ya lo separan según el itinerario que vayan a seguir (bachillerato o FP). Este sistema les está dando buenos resultados. "Incluso los alumnos de los grupos de refuerzo sacan notas por encima de la media catalana en las evaluaciones externas", defiende Marta Pérez, la jefa de estudios del centro.
En este centro también defienden que la clave para que las separaciones funcionen es convertirlas en un traje a medida para cada alumno. "Es el eterno dilema, si separar o no. He trabajado con los dos modelos y puedo concluir que no hay una fórmula válida que se pueda aplicar a todo los alumnos por igual. A algunos les sienta bien el hecho de sacarlos del grupo clase. Pero también he tenido algún caso de un niño que se sentía segregado en el grupo reducido y lo devolvimos al grupo clase. En el caso de este niño pesaba más el reconocimiento social y resultó que trabajaba mejor con un grupo de 30 que con uno de 10 alumnos", ejemplifica Marta Pérez.
La reforma euducativa que impulsa el ministro de Educación José Ignacio Wert también ha echado más leña al fuego a este acalorado debate no resuelto y que despierta opiniones encontradas. La LOMCE adelanta a tercero de ESO la elección de itinerarios, es decir, si seguirán los estudios en bachillerato o los ciclos formativos.
Comunidades de aprendizaje"Segregar es una mala opción pero dejar a los alumnos con distinto nivel en una misma aula y desatendidos tampoco es la solución", dice el sociólogo Ramón Flecha. Él lleva casi 20 años estudiando una tercera vía alternativa a los dos grandes modelos de trabajo para combatir el fracaso escolar y los conflictos. Su opción son los llamados grupos interactivos o comunidades de aprendizaje. En síntesis, se trata de dividir a los alumnos de un curso en pequeños grupos heterogéneos dentro de una misma aula. Son chicos de la misma edad, pero que tienen diferentes niveles y aptitudes. Normalmente se distribuyen entre los distintos grupos a los inmigrantes. El profesor marca el ritmo de la clase como en el resto de las experiencias, pero está ayudado por adultos voluntarios (padres, alumnos de más edad, profesores jubilados...).
Cada uno de estos voluntarios coordinan y dinamizan un grupo. No son expertos en educación, aunque necesitan una preparación previa con el profesor sobre el contenido de la clase. Su función es impulsar que los chicos interactúen entre ellos y se ayuden unos a otros.
"Cuando tenemos que explicar algo lo entendemos mejor que cuando nos lo explican. Especialmente si se lo estamos contando a alguien con mucha dificultad", señala Flecha, que encabeza, desde el Centro de Investigación en Teorías y Prácticas Superadoras de las Desigualdades (CREA), el proyecto Includ-ed, financiado con fondos europeos. Las comunidades de aprendizaje están destinadas especialmente a alumnos vulnerables y pertenecientes a minorías, aunque el modelo se ha ampliado a centros con todo tipo de perfiles, explica el sociólogo.
Tras años de estudio y con programas piloto, el modelo ha despertado el interés de distintas autonomías. "Se está impulsando en 160 escuelas de 14 comunidades", añade el investigador, que acaba de recibir la medalla de Oro al Mérito en la Educación de la Junta de Andalucía. El Gobierno andaluz es uno de los que más ha impulsado esta fórmula. Tras probar con experiencias piloto, aprobó hace un año una orden que facilita las comunidades de aprendizaje y abre las escuelas a una mayor participación de las familias. A priori, el modelo podría resultar una solución viable en época de recortes porque no supone ampliar la inversión económica, pero requiere una implicación de todos los miembros de la comunidad educativa que no siempre es fácil.
La publicación
Cambridge Journal of Education, editada desde la universidad británica, también se ha fijado en el trabajo de Flecha y sus colaboradores. En un artículo reciente destaca que esta tercera vía "contribuye a la mejora del desarrollo de las ideas y la resolución de problemas". Analiza la experiencia de tres centros españoles (dos escuelas y un instituto que aparecen reflejados sin nombre). En una de las clases, el profesor preparó cuatro actividades para una lección de matemáticas, centradas en cálculo, geometría, proporciones y porcentajes. En una hora y media, los cuatro grupos de alumnos rotaron con los cuatro voluntarios. Se hicieron preguntas y se dieron respuestas sobre los cuatro puntos de la lección. "Los grupos interactivos muestran que el apoyo para el aprendizaje se puede ofrecer no sólo cuando un experto proporciona el conocimiento, sino también cuando otros adultos promueven interacciones de apoyo entre los alumnos con diferentes niveles de habilidad y procedencias", refleja la publicación.
La segregación del alumnado es consecuencia directa de los recortes y la falta de recursos. Si existieran profesores de apoyo, no tendría porqué existir tanta segregación.
La cuestión sería separar a los que dan por culo y privan a los demás del derecho a la educación. Es así de simple, los objetores deben estar separados a los demás. Ideas yupis de que todos quieren aprender, etc. es una tontería. Por lo tanto, mejor actuar y quitar a esos. Los "torpes" ya irán aprendiendo y no dan el coñazo en la clase, molestando a los demás
Sigo convencido de que hay alumnos "objetores" que lo son porque el sistema actual no les dice nada y no tiene la capacidad de adaptarse para que ellos quepan en él. La figura del "insumiso" académico existe y es absurdo negarlo, pero creo que muchos de los chicos y chicas que están en los centros dejando morir su adolescencia lo hacen porque están atrapados en un sistema que no les vale y al que no le preocupa cada una de sus vidas.
Yo no defiendo agrupar a los alumnos por rendimiento o por resultados académicos.
Pero sí abogo por separar a la minoría de alumnos objetores antiescuela superconflictivos,no definitivamente,peró sí mientras no respeten el derecho de los demás (profesores y alumnos)a dar clase y mientras no se reeduque mínimamente su conducta.
Es verdad que pueden ser víctimas del sistema y de la familia,pero se convierten en verdugos que azotan a diario las clases perjudicando grandemente a los demás, y lo que es peor ,sin conseguir nada positivo para ellos.
En mi centro, muchos de estos alumnos con el sistema actual se pasan 4 años de expulsión en expulsión,lo cual sirve para poco.
También abogo por establecer un itinerario menos teoricista y menos academicista para aquellos alumnos que tienen cierto interés en los estudios,pero no en los actuales.Lo concreto rebajando el PCPI a la edad de 14 años.Hay alumnos que se niegan a trabajar radicalmente hasta no ingresar en PCPI.
En teoría los alumnos peores mejoran mezclados con los normales.Mi práctica me dice lo contrario,contagian con su apatía y sus malos comportamientos al resto.
La idílica y utópicva atención a la diversidad defendida por los que son partidarios de la no separación ha resultado un perfecto desastre en las últimas décadas,por lo menos en la ESO.
Ya sé lo que me dirán algunos,que cuando haya ratios de 15 por clase y profesores de apoyo a manta podremos atenderlos,pero como éso no existirá ni lo veremos en los próximos años(bastantes años),habría que tomar otras medidas más realistas mientras llega la utopía soñada,si es que llega.
Y digo yo ¿ y si te toca a tí ese curso en el que están todos los gamberros y desertores del estudio ? Imaginaos lo bien que lo vais a pasar. No sé, la solución pasa por más inversión en educación, bajar la ratio y ofrecer a edades tempranas una formación profesional inicial. Pero siento deciros, queridos compañeros, que aún haciendo todo esto, seguiremos aguantando a petardetes de turno que no quieren hacer nada. El problema radica en que la mayoria de estos chavales simplemente no quiere estudiar ni hacer nada y ante esta actitud es imposible enseñar. Yo lo veo así de claro. Podremos cambiar el sistema educativo, ofrecer más posibilidades a estos alumnos, pero mucho me temo, que al final los resultados serán parecido. Si el alumno no quere hacer nada, lo mejor, bajo mi punto de vista, es que abandone los estudios cuando cumpla la edad y se dedique a otra cosa si es que quiere o puede. De esta manera aqellos chavales que tienen ganas de aprender y estudiar, no tendrán que aguantar a estos señores que lo único que hacen es fastidiar en clase.
Saludos.
Yo incluso diría que la dignificación de la formación profesional y dentro de ella del PCPI pasa por ser una salida para alumnos que tengan una predisposición de trabajo adecuada y sobre todo sean PERSONAS CIVILIZADAS. No ser brillante en los estudios no es sinónimo de ser un delincuente y por desgracia en el PCPI se dan ambos supuestos.
Resultado: el alumno disruptivo sigue incordiando al que verdaderamente podría aprovechar el PCPI, lo que pasa es que ahora en lugar de estar en un aula con un lápiz está en un taller con una herramienta más peligrosa.
En mi opinión, el chaval con un comportamiento inadecuado simplemente no merece el despilfarro de recursos mientras no se produzca un cambio en su actitud. Especialmente teniendo en cuenta que el PCPI es un programa muy demandado, con un coste elevado y en el que muchos chavales que podrían aprovecharlo se quedan fuera.
¿Cómo se podría materializar esto?
Firmando un contrato previo con las familias en el que se comprometan a acarrear los gastos del programa de su pupilo en caso de problemas de disciplina (un parte grave, por ejemplo) o superación del máximo de faltas de asistencia.
Así, pasaría a ser un programa de inserción laboral verdaderamente útil y no un cajón de sastre de proyectos de delincuente (que afortunadamente no son todos los alumnos).
Saludos
Mucho se habla del papel de la Escuela y de los modelos de inclusión y/o agrupamiento de los alumnos pero creo que falta algo básico en España y que sí que existe en otros países en los que los resultados escolares son buenos: la IMPLICACIÓN de las familias.
En España se ha interpretado esta participación, como tantas otras cosas, en clave normativo-política. Así podemos ver cómo proliferan los consejos escolares con padres y madres que interpretan su "participación" en clave política. En los últimos cuatro consejos escolares que conozco, el sector de las madres y padres está capitaneado por alguien que es miembro activo de un partido político. En no pocas ocasiones se pretenden medidas con claros sesgos políticos y se pretende auditar el trabajo que se realiza en los centros, algo que excede, con mucho, el papel que otorga la ley a ese colectivo.
La participación debe ser otra cosa, debe ser compromiso, diálogo y consenso en la educación de los chicos. Si un alumno presenta problemas de conducta deben ser los padres los que corrijan ese problema. El centro puede, y debe, hacer orientaciones para subsanar el problema, puede consensuar medidas correctoras con los padres para lograr que el chico entienda que con esa conducta no conseguirá nada... Pero las personas no funcionamos por la buenas en muchos casos y hay chicos que viven al margen de todo tipo de normas y compromisos porque en casa no se los han enseñado. Creo que es urgente y necesario un cambio en la normativa que PREMIE a quien se implica en la educación de sus hijos y CASTIGUE a quien no lo hace. Como siempre, el bolsillo es la parte más sensible de la mayoría de la población, pues empecemos por ahí. Las ayudas sociales deben estar supeditadas a ese compromiso ineludible que tienen los padres con sus hijos. Para aquellos que tienen la suerte de no necesitar esas ayudas habría que implementar medidas económicas sancionadoras que dejasen claro que los menores pueden suponer un desequilibrio en la economía y vida doméstica si no se toman medidas.
Estoy cansado de ver cómo se expulsan alumnos varios días y vuelven peor que estaban. Hacen de las expulsiones una forma de "premio" para poder dejar de venir al centro con causa justificada. Pero, ¿qué ocurre en sus casas? NADA. Están los días que sean solos en sus casas, haciendo lo que les place y sin que nadie controle que deben hacer las tareas encomendadas, por ejemplo. ¿Por qué se permite eso? Si dejo a un perro abandonado en la calle y causa un daño a alguien, se me condena a pagar los daños ocasionados por el can. ¿Por qué con los menores no se actúa así? Una magnífica forma de obligar a las familias a implicarse sería que alguno de los progenitores tuviera la obligación de permanecer en casa con el menor expulsado, al menos durante la jornada escolar. De ese modo la implicación de esos padres sería ineludible, como lo es un arresto domiciliario, y seguro que atenderían a razones y comprenderían que el comportamiento de su hijo tiene serias implicaciones en su vida. Se podría obligar a esos padres, por ejemplo, a dedicar días de sus vacaciones a estar con el hijo sancionado.
Creo que las medidas pueden muchas y diversas pero siempre teniendo en cuenta que no se puede "confiar" en la buena disposición de la gente y que esa máxima que impregna el Código Civil español, en la parte referida a la familia, de que todo el mundo obra de la mejor manera como padre o madre diligente, debe ser reconsiderada.
Estoy de acuerdo con las últimas intervenciones que cargan las tintas en la responsabilidad de los alumnos problemáticos y de sus familias.Unos porque pasan de normas y hacen lo que le viene en gana y sus familias por permitírselo no tomando medidas.
Lo más usual en este foro es casi siempre culpabilizar al profesorado que es muy carca,al sistema educativo que es muy autoritario y a la sociedad que no nos gusta, disculpando al alumnado que crea problemas en los centros y a sus familias que lo permiten.
La verdad es que es un tema que crea mucha controversia. Os contaré la experiencia que llevamos a cabo en el centro donde trabajé el año pasado ante los multiples problemas de convivencia entre el alumnado y alumnado y profesores.
Tres grupos de 2º de E.S.O. todos los grupos con 4-5 alumnos disruptivos que ni trabajaban ni dejaban trabajar, contínuas expulsiones de dichos alumnos, multiples reuniones con las familias para ver cómo solucionar el problema, medidas extraordinarias cambiando a estos alumnos a los grupos de 4º de E.S.O. y trabajaran sus asignaturas es esos grupos, como imaginaréis el trabajo "extra" del profesorado para poder hacer eso posible y muchas más medidas para intentar motivarlos... resultado: a los pocos días estaban interrumpiendo las clases de 4º, cuando volvían a sus grupos continuaba el problema, volvían las expulsiones... La última medida propuesta para el tercer trimestre fue separar a esos alumnos en un único grupo, el grupo "bomba" con 10 alumnos y dejar los otros dos con más alumnos, pero menos conflictivos. Se mantuvieron reuniones con todos los padres implicados, se firmaron compromisos de que estos alumnos aprovecharían esta oportunidad, que trabajarían, etc... Y la verdad es que, con matices, la experiencia resultó positiva. Los dos grupos mejoraron considerablemente los resultados en el tercer trimestre y las clases se desarrollaron de una manera mucho más llevadera (todavía quedaron 2-3 "porculeros" por clase). En cuanto al grupo "bomba", fue eso, una bomba. Salvo con algunos profesores y asignaturas a los pocos días comenzaron los conflictos, seguían sin trabajar, creando conflictos, de nuevo expulsiones... lo positivo de esto fue que dos alumnos se lo tomaron en serio y de verdad aprovecharon esa oportunidad y este año pasaron a 3º de diversificación.
La conclusión que saco tras esta experiencia es que hay alumnos que por mucho que se intente no quieren ni aprender ni dejar aprender a los demás. Está claro que quizás el problema es que han llegado demasiado "lejos" en un sistema en con el cual no se identifican, sería interesante que a edades de 13-14 años pudieran elegir un itinerario más afín a sus intereses, como ciclos o antiguo Fp, y siempre pudiendo cambiar si esos intereses cambian, con cursos puentes por ejemplo.
Por otro lado, y como bien comenta jmcala, la implicación de la famlia es crucial. Curiosamente en esta experiencia los alumnos que la aprovecharon fueron los que tenían a los padres totalmente implicados, mateniendo reuniones frecuentes con los profesores y llevando a la práctica todas las indicaciones que se acordaban. Por el contrario, los demás padres culpaban al centro y a los profesores del fracaso de sus hijos y algunos prácticamente parecía que el tema no iba con ellos, que en nada cumplían los 16 y dejarían de darles "problemas". Muchos padres piensan que se tiene que educar solo en clase y si no hay una buena educación en casa es imposible que la haya en clase.
Contínuamente se nos quiere comparar con otros países en materia educativa, que si hay menos inversión por alumnos que en España, que si el número de alumnos por clase es mayor que en España, etc. y a mi lo que me gustaría que compararan son dos cuestiones para mí fundamentales ¿Hay el mismo respeto del alumnado al profesorado? y ¿Qué implicación de las familias se da en esos países? porque aquí todos conocemos el poco respeto del profesorado en general, tanto por el alumnado como por el de las familias. Tenemos fama de vagos, de que no trabajamos y de que tenemos muchas vacaciones. En fin, en España quedan muuuuchos problemas por solucionar y lo peor es que a corto plazo no parece que vaya a suceder. Por desgracia depende de la política, con lo cual será a muuuuuy largo plazo.
En el fondo todos teneis razón en lo referente a la implicación de las familias en la educación de sus hijos; sin embargo parece ser cierto lo que dije en mi post, que hay alumnos que hagamos lo que hagamos no harán nada más que molestar y dar problemas. La solución ideal es cambiar la ley educativa (pero no la LOMCE por favor) y concienciar a las familias que tienen ellos que educar a sus hijos porque a fin de cuentas ellos son sus padres y nosotros sus profesores durante unas horas a la semana.
Saludos.
Yo también coincido en que los alumnos que vienen maleados tras años en su familia,a los 14 años es muy difícil enderezarlos.Y si la familia no se implica-que suele ser lo usual-pues más difícil.
Si los agrupas en un mismo curso hay dos problemas:cómo llevar dicho curso adelante y si la delegación te dará profesorado para 10 alumnos,cosa difícil.
Y si repartes entre todos los cursos a los conflictivos,baja la conflictividad,pero te garantizas conflictividad,disrupciones y problemas en todos los cursos que es lo que suele suceder ahora.
No hay solución fácil.
Por ello yo apuntaría :
-PCPI a los 14 en el que entran algunos de los alumnos problemáticos.
-Aula de convivencia en la que los superdisruptivos permanecen por períodos cortos aislados y reeducación de su conducta(para lo cual se necesita personal especilizado)
-Seguir con las expulsiones para proteger a los demás de su conducta.
Ayer me pedía una madre de un alumno superproblemático,que no lo expulsemos más ,que lo castiguemos en un aula separada pero dentro del centro,pues lo que quiere el niño es que lo expulsen.Yo le decía que quién se haría cargo de su hijo en dicha aula,pues no hay personal de sobredotación para este tipo de alumnos.
Yo dí muchos años clase en la antigua EGB y había muchos menos problemas que ahora,pues los que querían estudiar pasaban a bachiller,los que estaban más interesados por una profesión a FP y los porculeros sin interés a casita,todo ello a los 14.Para algunos es más segregador,para mí era mejor que el sistema actual.
Es curioso observar como en este hilo casi todo el mundo está de acuerdo en cuales deben ser las medidas a tomar ante este problema.
Además parecen de una sensatez que da gusto leerlas, pero olvidan una cosa, y es que jamás se pondrán en práctica esas medidas por muy eficaces que pudieran ser, sencillamente porque son opuestas a lo que nos vienen diciendo desde hace años que es lo idóneo para resolver el problema de los alumnos que no quieren seguir estudiando.
Nadie va a decir, "me he equivocado y por lo tanto voy a proponer otro sistema ya que el que siempre he defendido ha sido un fracaso"
Es este un tema muy controvertido pero que hay que atajar cuanto antes. En la Educación intervienen múltiples factores (docentes, alumnos, familias, sistema educativo,...) y no debemos buscar la solución al problema en uno sólo de estos factores, pero en mi opinión la familia que no educa o, lo que es peor, que maleduca a sus hijos tiene gran parte de culpa de esta situación. Asistimos a un círculo vicioso en el que los niños y niñas que salieron del sistema sin una formación suficiente y odiando al propio sistema educativo por lo que sufrieron en él se convierten en padres y madres que "comprenden" o incluso apoyan la rebeldía de sus hijos en las aulas, hijos que vuelven a salir del sistema educativo igual o peor que sus padres y que harán lo propio con sus hijos. Frenar e invertir el sentido de este círculo vicioso es una tarea lenta y difícil, pero que no podemos retrasar por más tiempo. Cada curso que termina, una cantidad de alumnos con baja formación dejan de serlo para incorporarse a una sociedad bastante hostil y repetirán los patrones de comportamiento de sus padres.
Es el propio Sistema Educativo el que debe dar respuesta a esta situación, siendo flexible para experimentar nuevas situaciones y evitando en todo lo posible ser dogmático. Cuando digo flexible no me refiero ni mucho menos a permitir que los alumnos hagan lo que quieran. Por ejemplo, según la experiencia que nos ha contado Conchir, crear un "grupo bomba" con los alumnos/as "antisistema" sería posible si es un grupo reducido, aunque fuese a costa de aumentar la ratio de los grupos "saneados", implicando y concienciando de forma especial a las familias de estos alumnos.
En definitiva, medidas a corto plazo con el Sistema Educativo y esperar resultados a largo plazo con las familias. Nosotros/as, los docentes, creo que estaremos a la altura con un cambio de situación, experimentando nuevos escenarios, aunque nos equivoquemos, pero siempre antes que perpetuar el tedio de la situación actual.
Los políticos, pedagogos y demás expertos que dan forma al Sistema Educativo deben bajar a las aulas y encontrar medidas que atajen el problema escuchando a los docentes.
Los políticos,pedagogos,expertos y también sindicalistas deberían consultarnos,pero no lo hacen.Todos hablan de lo que le conviene al sistema educativo, menos nosotros.