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Rajoy: "Cuando gobierne, bajará el paro"

Iniciado por respublica, 25 Abril, 2013, 14:50:19 PM

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José María Mella
Catedrático de la Universidad Autónoma de Madrid

*Artículo publicado originariamente en El Faro de Vigo el 17 de abril de 2013


De esta crisis se puede salir. Es necesario claridad de ideas. A continuación propongo algunas, basadas en los planteamientos de Paul Krugman, del que recomiendo la lectura de su último libro (¡Acabad ya con esta crisis!).


Primera: "Lo que falla es la demanda". Los consumidores no consumen, los empresarios no invierten y los exportadores no exportan lo suficiente.

Segunda: "Tu gasto es mi ingreso y mi ingreso es tu gasto". Esto es obvio para todos, menos para los que nos mandan. Si los individuos nos apretamos todos los cinturones y también lo hace el gobierno, ¿quién compra la producción?

Tercera: "Gastar menos lo puede hacer un individuo o una familia, pero no toda la sociedad". Todos los países europeos compran menos de lo que pueden producir: esto lo puede hacer un individuo; si lo hace toda la sociedad: el resultado es la crisis.

Cuarta: "El único camino es el gasto público, cuando el sector privado está parado" Porque el gasto público, induce el gasto de los consumidores y la inversión de las empresas.

Quinta: "Cuanto más pagan los deudores, más deben". Cuando hay demasiados deudores debiendo, al actuar todos al mismo tiempo para pagar las deudas, tienen que vender todo lo que tienen, los precios bajan y la carga real de la deuda sube.

Sexta: "¿Cómo se reduce la deuda? Gastando menos, ¡No!; gastando más; ¡Sí!" Al gastar todos menos, ahorramos más; pero invertimos menos y también crecemos menos y obtenemos menos ingresos. Al final, con menos ingresos, ahorraremos menos para pagar las deudas.

Séptima: "Craso error ocuparse del déficit y no del desempleo". Ocuparse del déficit para ganar confianza no responde a la realidad, como estamos viendo. En una crisis, el miedo al impago por parte de los acreedores, que dudan de la solvencia del gobierno, no es por el déficit, sino porque el país no crece y no crea empleo. Luego, se necesita crecimiento y empleo para generar ingresos y devolver las deudas.

Octava: "La austeridad expansiva es una doctrina fallida". Recortar el gasto en una crisis no sirve para crecer, sino para decrecer. Es lo mismo que reducir los ingresos, no poder compensar los gastos y otra vez la necesidad de más recortes, como los que está exigiendo de nuevo la Comisión Europea al gobierno en estos días.

Novena: "Mientras Alemania no compre y España no venda, no hay salida". Los acreedores (Alemania y otros países del Norte) no quieren gastar, pero los deudores (España y otros países del Sur) no pueden gastar porque no venden. Si el Norte no importa, el Sur no puede exportar. Resultado: la economía se deprime y el desempleo aumenta. Eso es lo que nos está pasando. Y lo que la UE no quiere ver.

Décima: "Pleno empleo y mayor igualdad distributiva", planteando un plan de crecimiento en toda Europa para generar empleo, mejorar los salarios y salir de la crisis.


Ideas, como ven los lectores, las hay. Lo que falta es voluntad para aplicarlas. Urge organizar una alternativa política para convertirlas en realidad.

- Cuando todos piensan igual, ninguno está pensando -

respublica



Juan Torres López


Las últimas noticias sobre la economía española y la reacción del gobierno ante las protestas ciudadanas marcan a mi juicio un punto definitivo de no retorno.

Los datos del paro, el empeoramiento de las previsiones de crecimiento, la corrección al alza de la cifra de déficit o la evolución de los indicadores del crédito, del consumo o la producción industrial reflejan que la acción del gobierno del Partido Popular es un desastre sin paliativo alguno.

Ni una sola de las reformas que ha ido adoptando ha logrado lo que le dijeron a los ciudadanos que iba a conseguir. La reforma laboral ha multiplicado el desempleo, las financieras no han saneado de verdad el sistema bancario ni han recuperado el crédito, la amnistía fiscal solo ha servido para que se valgan de ella los correligionarios de los gobernantes, y los recortes de derechos y gastos sociales en educación, sanidad, pensiones o atención a la dependencia ni siquiera suponen una disminución sustancial de la deuda porque se mantienen los altos pagos por intereses o el apoyo generoso a la banca y a las grandes empresas.

Los datos son irrefutables y no hay manera alguna de salvar la gestión de Mariano Rajoy y de su partido. El cierre de empresas y los despidos crece sin cesar, miles de empresarios pierden sus patrimonio y los niveles de paro avergüenzan ya y dan miedo a propios y extraños. La economía no levanta cabeza se mire por donde se mire, la pobreza está aumentando dramáticamente, sobre todo entre las personas mayores y los jóvenes y niños, miles de personas y hogares pierden sus viviendas, los servicios públicos se degradan por momentos y los ingresos de las familias caen estrepitosamente, generando no solo sufrimiento sino la ruina de las pequeñas y medianas empresas que viven de ellos, o de cientos de municipios.

Pero nada de eso afecta por igual a todas las personas porque, mientras tanto, el gobierno se dedica a salvar la cara y el sillón a banqueros delincuentes, se niega a investigar a los responsables de todo lo que está pasando y ayuda con la mayor generosidad a las grandes empresas, bancos y fortunas. Lo prueba como hecho así mismo irrefutable el aumento de la concentración de la renta y la riqueza y de la desigualdad en España.

No se trata, pues, de un simple problema de incompetencia del gobierno. En realidad, lo que tiene que hacer para que los de arriba salgan adelante en mejores condiciones lo hace bien. Se trata, además, de que nos gobierna un Partido que traiciona constantemente los intereses generales, que se enroca en la mentira y que limita las libertades públicas para sortear los efectos de su fracaso ante la gente normal y corriente.

Rajoy y el Partido Popular, como antes le pasó a Zapatero y al PSOE, se han rendido ante los poderes económicos europeos y sus representantes políticos, y han puesto a España de rodillas ante la Troika y ante la reaccionaria Señora Merkel, que no es sino la marioneta vestida de ideóloga liberal de los grandes bancos y corporaciones alemanas.

La política de austeridad que defienden es una gran estafa cuando va acompañada de casi 5 billones de euros en ayudas a la banca o de casi 400.000 millones de euros anuales en pago de intereses a los bancos privados, y está perfectamente demostrado que no puede tener los efectos beneficiosos que dicen que tiene, sino todo lo contrario. El propio Rajoy demuestra su incapacidad y su traición cuando pide por la boca chica ayudas al crecimiento o que el Banco Central Europeo desempeñe otro papel, o cuando calla ante los efectos devastadores que provoca en la población más desfavorecida.

Los ministros, el propio Rajoy y los dirigentes del Partido Popular mienten con descaro constantemente diciendo a la ciudadanía lo que saben que no va a ocurrir y presentando sus medidas como lo que no son, tal y como al cabo de poco tiempo se comprueba sin dificultad, lo que explica la desafección continua de su propio electorado.

El gobierno del Partido Popular solo actúa con mano firme a la hora de controlar los medios públicos, de reprimir y criminalizar las protestas sociales, de modificar las normas que benefician a los más poderosos, incluida la jerarquía de extrema derecha de la Iglesia Católica, o de disimular los casos de escandalosa corrupción entre sus propias filas. Y así está propiciando una involución evidente en las libertades civiles y en la democracia ya de por sí imperfecta de la que gozamos.

El peligro es que todo eso va a ir a más, como demuestran las medidas que sibilinamente ya se han anunciado, en materia de pensiones, por ejemplo, y que es posible que hoy mismo se pongan de nuevo en marcha en el consejo de ministros.

España está en peligro gobernada por políticos que, como demuestran los datos de sus sobresueldos millonarios que estamos conociendo, son simples mercenarios con la boca llena de palabras vacías y de mentiras.

Hay que poner fin a esta situación y los partidos políticos que nos han llevado a la situación en la que estamos no pueden sacarnos de ella. Es imprescindible una reacción ciudadana en defensa de la libertad, de la dignidad y de los derechos humanos y sociales y de la democracia que están en peligro. Es necesario un protagonismo mucho mayor de las personas normales y corrientes, las que día a día sacan adelante sus empresas, sus empleos, sus estudios, sus familias o a las personas que están a su lado, las que saben trabajar bien y crear riqueza y que no buscan hacerse ricos a cualquier precio sino ser personas decentes y cumplir honestamente con sus obligaciones y responsabilidades. Es urgente acabar con la corrupción, investigar para conocer a los responsables de todo lo que nos ha pasado, a los políticos que se llevan el dinero, a los banqueros y bancarios que nos han estafado, a las fortunas que defraudan, a los jueces que no actúan contra todos estos delincuentes, a las autoridades que no vigilan y dejaron hacer... Es precisa la unidad ciudadana por encima de diferencias de segundo orden para salvar lo que de verdad es ahora lo prioritario, para enfrentarse con decisión e inteligencia a quienes han hecho que Europa se traicione a sí misma y se empeñan en destruirla, para poner en marcha un proyecto de regeneración política, económica y social que nos saque de las desesperanza y del miedo, para luchar contra el fraude en todas sus manifestaciones, para recobrar la ilusión en nosotros mismos y para garantizar que todos tengamos el mismo derecho al futuro en bienestar y con seguridad.

Hay que poner fin a este gobierno porque de él solo se pueden esperar nuevos y más dolorosos e inútiles saltos al vacío, hay que reclamar nuevas elecciones y hay que lograr que concurran a ellas candidaturas ciudadanas de nueva factura que traigan el aire fresco que acabe de una vez con esta pesadilla.


- Cuando todos piensan igual, ninguno está pensando -


Uleti

Cita de: pressfield en 25 Abril, 2013, 16:06:39 PM
Desgraciadamente compañero, ni el PSOE en su día, ni el PP ahora han hecho nada por reducir el paro. Sólo se habla de recortes, pérdida de derechos y regresión en general. Nadie propone nada para promover la creación de empleo. Mira que habrá econmistas en ambos partidos, pero ninguno propone alternativas para que baje esa cifra lamentable de 6 millones de parados. Los recortes no valen de nada si no se va a la raiz del problema que no es otra que el paro. La construcción ha sido la principal generadora de empleo en los últimos años, pero ahora es necesario promover otras alternativas al sol y al ladrillo porque estos están ya agotados. Hasta que nuestros políticos no se preocupen en generar empleo y no en recortar, estaremos dando palos de ciego viendo como cada año miles de personas se querdan en el paro.
Aquí está el problema y me pregunto ¿ dónde se puede crear empleo en España ? Esta pregunta está abierto a todos.
Saludos.

Quizás lo primero que habría que hacer es "virtual y socialmente" exterminar a esos economistas. Los economistas son el Rappel de prestigio, del stablishment, tanto de "izquierda" como de "derecha". Aciertan siempre a toro pasado, a priori nunca. ¿Qué mierda de "ciencia" es esa? No dan ni una.

En España había alternativas y sectores productivos enteros que han sido desmantelados o disminuidos hasta el ridículo a cambio de subvención boba. Otras subvenciones han sido muy golosas para hacer populismo, negocios con los amigos, y comisiones, etc. (Y aquí y de esto no se libra ningún color, pero ninguno).

Luego es que estamos ideológicamente en s XIX y claro nos cogen gente pragmática que no está en el XIX y nos la mete doblada -CEE y tal y tal-.

Además es triste ver determinadas promociones de libros "científicos" con errores de bulto diciendo que hay Alternativa, algunos promocionados por la "inzquierda" "izquierda" "fetén" de la buena -de la que a gente de izquierda le da el carnet de verdadera izquierda y si se lo deniega se lo da de fascista-, y lo lees a ver qué dicen y no hablan de acabar con el Euro ni con la UE, no sino de potenciarla y reformarla... o sea nada de nada; normal, al fin y al cabo están escritos por economistas que se dicen a sí mismos leídos y científicos y que ellos y sus colegas nos han metido en esta.

Hoy he sentido, una vez más, ganas de cambiarme la nacionalidad. Tras el desastre de Zapatero, pensaba que gobernaba otro desastre, el de Rajoy, pero otro desastre distitno. Y hoy, verdaderamente, este gobierno ha calcado todos los vicios de Zapatero. Me he pellizcado y me he preguntado si tenía fiebre y veía a Raooy en la cara de Zapatero, a Sainz en la cara de Rubalcaba, pero no, es otro gobierno pero la misma canción... y las alternativas promocionando "libros científicos" que no pasan de panfleto y trabajo mediocre de bachillerato defendiendo cosas que no han defendido nunca en realidad, o gente en el XIX. Pues dan ganas de salir corriendo.

Siempre me dio bastante grima la UE, pero hombre, oír que hay que emigrar a políticos de casi todos los colores da un poco de risa y pena ademaś de grima. Especialmente da grima a los que se pelean por quién es patriota y qué es la patria. Me he acordado del presidente de AUSBANK que decía que había que denunciar uno por uno tods los casos de preferentes y, referente a los desahucios, que una patria tiene sentido si arregla problemas comunes y que si no se arreglan cosas como los desahucios la patria deja de tener sentido. Al acordarme de esto no puedo hacer otra cosa que preguntarme qué patriotas son esos que como solución esperan o proponen o colaboran a que la gente emigre. Con dos cojones y un palito. Menos mal que no se lleva ya el gaseo humano, que si no alguno propondría gasear a una parte de la población y arreglaba el problema puesto que genocidios y guerras siempre ha sido una gran tentación para "arreglar" la "economía".

respublica


Con el panorama político y mediático que tenemos, hasta un premio Nobel de economía ortodoxa de Princeton parece un peligroso revolucionario bolivariano.




El País - 28/04/2013

La solución del 1%

Paul Krugman


Los debates económicos rara vez terminan con un KO técnico. Pero el gran debate político de los últimos años entre los keynesianos, que abogan por mantener y, de hecho, aumentar el gasto público durante una depresión, y los austerianos, que exigen recortes inmediatos del gasto, se acerca a ello, al menos en el mundo de las ideas. En estos momentos, la postura austeriana ha caído por su propio peso; no solo es que sus predicciones sobre el mundo real fuesen completamente erróneas, sino que la investigación académica que se invocaba para respaldar esa postura ha resultado estar plagada de equivocaciones, omisiones y estadísticas dudosas.

Aun así, sigue habiendo dos grandes preguntas. La primera: ¿cómo llegó la doctrina de la austeridad a ser tan influyente en un primer momento? Y la segunda: ¿cambiarán en algo las políticas ahora que las principales afirmaciones austerianas se han convertido en carnaza para los programas de humor de madrugada?

Sobre la primera pregunta: la preponderancia de los austerianos en los círculos influyentes debería inquietar a cualquiera a quien le guste creer que la política se basa en hechos reales o, incluso, que está muy influida por ellos. Después de todo, los dos principales estudios que ofrecen la supuesta justificación intelectual de la austeridad ­el de Alberto Alesina y Silvia Ardagna sobre la "austeridad expansiva" y el de Carmen Reinhart y Kenneth Rogoff sobre el peligroso "umbral" de la deuda, situado en el 90% del PIB­ tuvieron que enfrentarse a críticas devastadoras nada más publicarse.

Y los estudios no resistieron un análisis pormenorizado. Hacia finales de 2010, el Fondo Monetario Internacional (FMI) refundió el estudio de Alesina y Ardagna con datos mejores e invalidó sus hallazgos, mientras que muchos economistas plantearon dudas fundamentales sobre el de Reinhart y Rogoff mucho antes de que conociésemos el famoso error de Excel. Por otra parte, los acontecimientos del mundo real ­el estancamiento en Irlanda, que fue el primer modelo de austeridad, la caída de los tipos de interés en Estados Unidos, que se suponía que iba a enfrentarse a una crisis fiscal inminente­ rápidamente convirtieron las predicciones austerianas en sandeces.

La postura austeriana ha caído desmontada por  la investigación académica

Sin embargo, la austeridad mantuvo e incluso reforzó su dominio sobre la opinión de la élite. ¿Por qué?

Parte de la respuesta seguramente resida en el deseo generalizado de ver la economía como una obra que ensalza la moral y las virtudes, de convertirla en un cuento sobre el exceso y sus consecuencias. Hemos vivido por encima de nuestras posibilidades, cuenta la historia, y ahora estamos pagando el precio inevitable. Los economistas pueden explicar hasta la saciedad que esto es un error, que la razón por la que tenemos un paro tan elevado no es que gastásemos demasiado en el pasado, sino que estamos gastando demasiado poco ahora y que este problema puede y debería resolverse. Da igual; muchas personas tienen el sentimiento visceral de que hemos pecado y debemos buscar la redención mediante el sufrimiento (y ni los argumentos económicos ni la observación de que la gente que ahora sufre no es en absoluto la misma que pecó durante los años de la burbuja sirven de mucho).

Pero no se trata solo del enfrentamiento entre la emoción y la lógica. No es posible entender la influencia de la doctrina de la austeridad sin hablar sobre las clases y la desigualdad.

A fin de cuentas, ¿qué es lo que quiere la gente de la política económica? Resulta que la respuesta depende de a quién preguntemos, una cuestión documentada en un reciente artículo de investigación de los politólogos Benjamin Page, Larry Bartels y Jason Seawright. El artículo compara las preferencias políticas de los estadounidenses corrientes con las de los muy ricos y los resultados son reveladores.

Así, al estadounidense medio le preocupan un poco los déficits presupuestarios, lo cual no es ninguna sorpresa dado el constante aluvión de historias de miedo sobre el déficit en los medios de comunicación, pero los ricos, en su inmensa mayoría, consideran que el déficit es el problema más importante al que nos enfrentamos. ¿Y cómo debería reducirse el déficit presupuestario? Los ricos están a favor de recortar el gasto federal en asistencia sanitaria y la Seguridad Social ­es decir, en "derechos a prestaciones"­, mientras que los ciudadanos en general quieren realmente que aumente el gasto en esos programas.

El plan de austeridad parece la expresión de la clase superior

Han captado la idea: el plan de austeridad se parece mucho a la simple expresión de las preferencias de la clase superior, oculta tras una fachada de rigor académico. Lo que quiere el 1% con los ingresos más altos se convierte en lo que las ciencias económicas dicen que debemos hacer.

¿Realmente redunda en interés de los ricos una depresión prolongada? Es dudoso, dado que una economía próspera suele ser buena para casi todo el mundo. Lo que sí es cierto, sin embargo, es que los años transcurridos desde que tomamos el camino de la austeridad han sido pésimos para los trabajadores, pero nada malos para los ricos, que se han beneficiado del aumento de los rentdimientos y de los precios de las acciones aun cuando el paro a largo plazo empeora. Puede que el 1% no desee realmente una economía débil, pero les está yendo lo bastante bien como para dejarse llevar por sus perjuicios.

Y esto hace que uno se pregunte hasta qué punto cambiará las cosas el hundimiento intelectual de la postura austeriana. En la medida en que tengamos una política del 1%, por el 1% y para el 1%, ¿no seguiremos viendo únicamente nuevas justificaciones para las viejas políticas de siempre?

Espero que no; me gustaría creer que las ideas y los hechos importan, al menos un poco. De lo contrario, ¿qué estoy haciendo con mi vida? Pero supongo que veremos qué grado de cinismo está justificado.



Paul Krugman es profesor de Economía de Princeton y premio Nobel de 2008

© New York Times Service 2013

- Cuando todos piensan igual, ninguno está pensando -


respublica


Vicenç Navarro


Unos pocos hemos estado diciendo desde que se inició la crisis que las políticas públicas que se están aplicando durante estos años de recesión son profundamente erróneas y están llevando a los países de la Unión Europea (y muy en especial a los países de la periferia de la Eurozona) al desastre. Como era predecible, los hechos que están ocurriendo, con el mayor incremento del desempleo conocido hasta ahora, están mostrando que, por desgracia, llevábamos razón.

En realidad, el problema con el que nos enfrentamos es fácil de entender y de resolver. Hoy el sector privado de la economía está paralizado o en declive debido a la falta de demanda y a la escasez de crédito para que las empresas y las familias puedan invertir y/o consumir. La evidencia de ello es clara, robusta y abrumadora. Ante esta situación, el único sector que puede estimular y hacer crecer de nuevo a la economía es el sector público. Así se salió de la Gran Depresión a principios del siglo XX en EEUU y en Europa. En EEUU, la Administración Roosevelt aumentó la inversión y el gasto público de una manera muy notable, acentuándose incluso más con el inicio y posterior desarrollo de la II Guerra Mundial. En Europa fue este mismo conflicto el que creó un gran aumento del gasto e inversión públicos, que resolvió el problema de la Gran Depresión.

Algo parecido ocurrió después de la II Guerra Mundial cuando se creó una Gran Recesión que fue resuelta mediante una gran inversión y crecimiento del gasto público, estimulados por el Plan Marshall. Y ahora, cuando estamos ya en Recesión, camino de la Depresión, en lugar de aumentar la inversión y el gasto público, los gobiernos de los países de la Unión Europea, y muy en particular los periféricos de la Eurozona (incluyendo España), que tienen mayores dificultades, están recortando el gasto público, lo cual es una enorme estupidez (y no hay otra manera de definirlo).

Esta estupidez se está justificando con el argumento de que la crisis la ha generado el excesivo gasto público, particularmente el gasto público social (que ha proveído una supuestamente excesiva protección social), y unos salarios demasiado altos que han hecho a los trabajadores poco competitivos. De ahí que las soluciones que se derivan de esta explicación consistan en recortar el gasto público, y muy en particular el gasto público social, y bajar los salarios a fin de hacer a la economía más competitiva. Es esta mayor competitividad, con aumento de las exportaciones, la que –se nos dice- nos sacará de la recesión. Y como muestra del éxito de estas políticas públicas se señala la disminución, cuando no eliminación, del sesgo negativo de nuestro comercio exterior. En todos los países que se están aplicando estas políticas, los datos que se utilizan muestran que la balanza comercial se está equilibrando: es decir, las importaciones y las exportaciones están igualándose.

Pero tal argumento está apoyado en un supuesto falso. El equilibrio entre importaciones y exportaciones se debe primordialmente al descenso espectacular de las importaciones, en lugar de un gran aumento de las exportaciones, y ello como consecuencia del colapso de la demanda interior. El reciente  informe de la OCDE, March Interim Assessment on the Global Economic Outlook, muestra  los datos que avalan lo que estoy diciendo. Ronald Janssen, en su excelente artículo "More Austerian Fairly Tales" en Social Europe Journal (abril 2013), hace un resumen de los datos del informe mostrando los datos para Alemania, Portugal, Irlanda, Grecia, España e Italia. La evidencia es, de nuevo, clara, robusta y abrumadora. Pero tal evidencia continua siendo ignorada por los "austerianos" (economistas favorables a las políticas de austeridad), cuyo dogma neoliberal es impermeable a los hechos y a los datos. Sus creencias, basadas en la fe y no en la evidencia científica, alcanzan niveles nunca antes vistos. España ya sobrepasa los 6 millones de parados y su gobierno continúa con sus políticas de recortes de gasto público, incluyendo gasto público social. El fundamentalismo de tipo religioso que alimenta las creencias neoliberales no es educable.

En realidad, el desempleo está creciendo de una manera muy marcada en toda la Unión Europea, alcanzando una situación extrema en España y Grecia (que son los países que están recortando más). Pero la situación es incluso peor que la que aparece en los datos de desempleo y se ve reflejada en la cifra de población empleada, que ha ido disminuyendo en todos los países, cayendo en picado en España y en Grecia, mostrando la ineficacia de las reformas laborales que se promovían con el argumento de que crearían empleo. En realidad, y tal como algunos predijimos, estas reformas han estado destruyendo empleo. La evidencia de ello es también clara, robusta y abrumadora.

¿Por qué la austeridad?

El lector se preguntará: si la evidencia de que estas políticas públicas son perjudiciales es tan clara, robusta y abrumadora, ¿por qué continúan llevándose a cabo? La respuesta es también fácil, aunque el lector raramente la leerá en los medios de mayor difusión, excesivamente influenciados por los establishments financieros y de las grandes empresas exportadoras (lo que solía llamarse la clase capitalista o también la burguesía financiera y de las grandes empresas y que en EEUU se llama la Corporate Class). La respuesta es que tales establishments, que ejercen una enorme influencia sobre los Estados, están consiguiendo lo que siempre han deseado: el debilitamiento del mundo del trabajo a fin de aumentar sus rentas. Y esto es lo que más les importa. En todos estos países, las rentas del capital están aumentando a costa de un descenso muy notable de las rentas del trabajo. La evidencia es, de nuevo, también clara, robusta y abrumadora. Y esto ha ocurrido incluso con mayor intensidad en los países periféricos de la Eurozona, incluida España.

En realidad, este debilitamiento del mundo del trabajo ha llegado a tal nivel que estos establishments se encuentran suficientemente fuertes para atreverse a desmantelar el Estado del Bienestar (con el argumento, como ha dicho Draghi, el Presidente del Banco Central Europeo, de que "no es sostenible"), incluyendo las pensiones públicas (la joya de la corona). Y veremos ahora cómo el gobierno de Rajoy tomará toda una serie de medidas para desmantelar también la Seguridad Social, privatizando las pensiones y transformando el Estado universalista del Bienestar en un estado asistencial para los sectores más necesitados de la población, referidos en la narrativa dominante como "clases bajas" o "humildes". Éste es su proyecto (ver el libro que Juan Torres y yo acabamos de escribir, Lo que debes saber para que no te roben la pensión).

Hay alternativas, aunque se nos dice constantemente en los medios de mayor difusión que no las hay

Es fácil ver que hay alternativas. Que no exista plena conciencia a nivel popular de que estas alternativas existen se debe a la falta de diversidad de los medios de mayor difusión. El argumento utilizado por los establishments financieros de que no hay alternativas, o de que las izquierdas se quejan pero no ofrecen alternativas, no se corresponde con la realidad. Es cierto que amplios sectores  de las izquierdas gobernantes (pertenecientes a la Tercera Vía) han aceptado el dogma neoliberal. Pero hay izquierdas que sí han hecho propuestas de políticas públicas creíbles y factibles, que continúan silenciadas, cuando no vetadas, en los medios.

En realidad, las soluciones son fáciles de ver. A grandes rasgos, consisten en revertir las políticas de austeridad para estimular la economía y el crecimiento económico, financiándolo con reformas fiscales de carácter progresivo, dando mayor capacidad de intervención al sector público, con la provisión pública de crédito, a base de medidas explicadas con mayor detalle, entre otros lugares, en "Ganas de Escribir", de Juan Torres, o en mi blog www.vnavarro.org, en la sección de Economía Política. Estas medidas podrían y deberían tomarse incluso sin salir del euro, aún cuando yo no descarto esta posibilidad, pues la peor alternativa, entre todas las existentes, es la de continuar con las políticas que el gobierno está aplicando. Esta alternativa es la peor. Así de claro.

- Cuando todos piensan igual, ninguno está pensando -


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