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Las propuestas económicas de Podemos nos acercarían más a Dinamarca que a Venezuela

Iniciado por Taliesin, 14 Junio, 2014, 19:40:29 PM

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pressfield

Si jmcala, pero nadie hace nada por controlar la especulación de los mercados. Se podrían ponder leyes más severas sobre la compra-venta de activos en bolsa, pero claro está, entonces los tiburones financieros, los grandes lobbies de poder, no ganarían pasta robando "legalmente."  Mientras no controlemos los mercados, seguiremos perjudicando a una parte importante de la sociedad. Por ejemplo, el BCE presta el dinero a los bancos al 0.10% pero estos luego te lo prestan a tí al 7 u 8%; por no hablar de la especulación de la deuda soberana en la que se  han ganado miles de millones a costa de explota a paises como Grecia, Portugal, Italia o España. Lo triste es ver que ningún partido política hace nada ya que cuando se llega al poder, tienes que devolver favores a la gente que te prestó la pasta para llegar ahí, o sea a los bancos especialmente el BBVA o el Santande en el caso español.
Saludos.

RM

Se saca la conclusión que si dejamos libres a los mercados hacen lo que quieren con nosotros y con nuestra economía imponiendo sus leyes de puro beneficio y si el gobierno de turno(en este caso el venezolano)los interviene se genera escasez y colas de racionamiento y caos económico.

¿Cuál sería entonces la alternativa?


RM

saryvd

Y sobre el tema de la inseguridad y la delincuencia¿qué información tienes?

jmcala

La alternativa se llama IMPUESTOS y mandar al carajo la cacareada globalización. Solo autogestionándose puede una nación ser libre. En cuanto se ha de pedir dinero a los mercados para financiar la "deuda" se está vendiendo libertad y se está poniendo el cuello para que nos lo encadenen.

Venezuela es un experimento que podría ser útil pero que falla estrepitosamente porque tanto Chavez cómo Maduro son dos patanes. Regular los mercados y no poner en manos privadas los servicios esenciales son necesarios para acabar con este dislate. Pero para ello es necesario no deber nada a nadie, y menos a los que queremos controlar.

En lugar de ello, cada mes vendemos más y más deuda que nos hace más y más esclavos.


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Luis Manuel Arce Isaac, Prensa Latina,


El sacerdote jesuita panameño Jorge F. Sarsaneda Del Cid formula en la red 15 preguntas obviadas por la gran prensa que ponen en tela de juicio las motivaciones de la violencia desatada por la derecha fascista en Venezuela:

1. ¿Por qué se dice que en Venezuela se sufre tan grave falta de alimentos que justifica destrozos e incendios, si fue uno de los cuatro países con menos hambre de América Latina en 2012 (de acuerdo con FAO y OMS), esto es inferior al 5 por ciento, y uno de los países con mayor índice de niños y jóvenes obesos?

Siguiendo la lógica dominante, ¿por qué no hay peores desmanes en un país hermano como Colombia, en el cual el hambre fue sufrida por el 12.6 por ciento de la población, es decir casi el triple que en Venezuela?

2. ¿Por qué si las causas de los destrozos, incendios y manifestaciones es la escasez de productos básicos, se observan acciones de tipo político y no saqueos de tiendas y almacenes, que es lo normal y esperable cuando de carencia generalizada se trata? ¿Por qué uno de los dirigentes opositores, Henrique Capriles, afirma que se debe a "falta de medicinas" si los avances en salud en Venezuela están entre los más destacados de la región?

3. ¿Por qué tanta violencia por supuesta "ausencia" o falta de acceso a comida si The Economist publicaba esta semana que la escasez sólo ha afectado a un 28 por ciento de los productos? ¿Por qué los mismos analistas no prevén algo igual en República Dominicana, país en el cual el Latinobarómetro detectó que alrededor del 70 por ciento de la población no tiene dinero suficiente para comprar la comida del mes?

4. ¿Por qué el epicentro de las protestas por la "escasez" es Plaza Altamira, en medio de urbanizaciones de clases acomodadas y habitantes con piel tan blanca, y no como es más lógico en barrios pobres y población mestiza, siendo Venezuela el país con mayor proporción de afrodescendientes de Sudamérica, exceptuando Brasil?

5. ¿Por qué Unesco reconoce a Venezuela como el quinto país con mayor matrícula universitaria del mundo, que ha crecido en más de un 800 por ciento, siendo alrededor del 75 por ciento educación superior pública, y sin embargo no se conoce una sola lucha del "movimiento estudiantil" actual para lograrlo, mientras hay "estudiantes" marchando contra "torturas" y por "comida"?

6. ¿Por qué si los estudiantes de la educación superior en Venezuela ya superan los dos millones 600 mil (es decir, alrededor de 20 veces lo que existe en Panamá) las manifestaciones que se observan son más bien en forma de focos o grupos de decenas o, a lo sumo, cientos de personas?

7. ¿Por qué si lo habitual y normal es que los estudiantes o sindicatos marchen por más bienes y servicios públicos, y leyes más democráticas y equitativas, los "estudiantes" que marchan en Venezuela lo han hecho por papel higiénico, defendiendo la propiedad privada sobre medios de prensa o negocios de consumo?

8. ¿Por qué no se conoce aún el nombre de ninguna federación u organización estudiantil, ningún pliego de demandas ni el nombre de ninguno de sus más importantes dirigentes o miembros de directivas, y sí se conocen los nombres de connotados y antiguos líderes de la oposición partidista y electoral, involucrados en las acciones golpistas de 2002 y 2013?

9. ¿Por qué y quiénes producen las imágenes falsas de torturas, asesinatos y vejaciones posteriores a los confusos hechos del 12 de febrero de 2014, manipulando fotos de Chile, Europa o Siria para que aparezcan en las redes sociales y hasta en medios como CNN como si ocurriesen en Venezuela? ¿Qué liderazgo democrático y civilista se ha valido de algo así en la historia universal?

10. ¿Por qué si los bolivarianos y sus aliados han ganado las elecciones de 2012 y 2013, incluidas las municipales de diciembre recién pasado cuando obtuvieron el 55 por ciento de los votos y el 76 por ciento de las alcaldías, se habla de que el oficialismo es hoy "minoría? ¿Por qué se propone su renuncia como salida a "la crisis" o un referéndum revocatorio, fuera de todos los plazos y procedimientos legalmente establecidos para ello en la Constitución hecha con el propio liderazgo bolivariano?

11. ¿Por qué se invoca la falta de diálogo si hace apenas dos meses se dio en Venezuela un encuentro histórico entre el Ejecutivo nacional y todos los alcaldes recién electos, incluyendo oficialistas y opositores, y por tanto con la participación de todos los partidos y posiciones? ¿Con quién se dialoga, quién dirige o lidera "la crisis"?

12. ¿Por qué el principal -y prácticamente único- vocero de las manifestaciones, supuestamente pacíficas y alentadas por la ineficiencia" del gobierno, es Leopoldo López, persona que no cuenta con ninguna representación salvo la de su minúsculo partido, y su llamado más importante es, desde hace meses, "sacar a quienes gobiernan"? ¿Qué tiene que ver el Tea Party (ultraderecha de EE. UU.) con esto, ya que se conoce la relación muy cercana con López?

13. ¿Por qué no usan las gobernaciones, alcaldías y curules en las Asambleas nacional y estatales para proponer un curso de acción pacífico y político, y por qué no canalizan a través de su enorme incidencia mediática las denuncias de "corrupción", "fraude", "totalitarismo", "hambre y "represión" con pruebas contundentes e irrefutables -no por twitts ni cápsulas de Youtube- como sí hacían las oposiciones a Trujillo, Balaguer, Pinochet o Videla?

14. ¿Por qué se protesta si en Venezuela más de 42 por ciento del presupuesto del Estado se destina a las inversiones sociales? Según datos internacionales, cinco millones de personas han salido de la pobreza, entonces ¿quiénes protestan?, ¿por qué se protesta si se erradicó el analfabetismo?, ¿de qué se quejan los estudiantes si se multiplicó por cinco el número de maestros en las escuelas públicas (de 65 mil a 350 mil) y se crearon 11 nuevas universidades?

15. ¿Por qué?

Podríamos seguir añadiendo preguntas. Lo cierto es que mientras entre latinoamericanos nos insultamos, acusamos y descalificamos, los "grandes del mundo" hacen sus cálculos para quitarnos el petróleo, el cobre, el litio, el agua y tantas riquezas como tenemos. Ahí es donde tenemos que poner nuestra atención.

* Luis Manuel Arce Isaac es corresponsal de Prensa Latina en Panamá.


- Cuando todos piensan igual, ninguno está pensando -

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Pascual Serrano
Periodista. Autor de Desinformación (Editorial Península)


Estimado venezolano. Usted estará padeciendo la grave situación de violencia que atraviesa su país. Distintas interpretaciones la presentarán como la lucha de un pueblo por liberarse de un Gobierno represor o como acciones terroristas de grupos que pretenden desestabilizar a un Gobierno legítimo. Pero antes de entrar en esa discusión yo quisiera invitarle a que, con un independencia de todo tipo de interpretaciones, analice cómo ha evolucionado su situación económica y empresarial en los últimos catorce años, desde el inicio de lo que se ha llamado la revolución bolivariana.

Supongo que, como clase media o alta, usted tendrá un trabajo cualificado y bien remunerado, o es un empresario que desarrolla su actividad de producción o de servicios en Venezuela. Entiendo que la llegada y posterior avance del socialismo del siglo XXI de Hugo Chávez supuso para usted un motivo de preocupación. Le dijeron que Venezuela sería una "dictadura comunista cubana", que le quitarían su empresa, nacionalizarían su vivienda y sus tierras, le expropiarían sus automóviles y hasta le secuestrarían sus hijos para enviarlos a un círculo bolivariano donde los convertirían en chavistas. Líderes opositores y medios de comunicación de la oposición llevan catorce años diciendo eso sin que usted haya comprobado que haya sucedido. También le han estado contando que les perseguían a ellos y a sus medios de comunicación, y sin embargo, ahí siguen.

Ahora le pido a usted que piense usted en su situación, ajeno a cualquier influencia externa, gubernamental u opositora. Si usted es médico, ingeniero, abogado o cualquier otra profesión liberal o de alta remuneración; ¿ha observado que durante el gobierno de Hugo Chávez primero o de Nicolás Maduro hayan empeorado sus ingresos? ¿le nacionalizaron el despacho, la consulta o sus instrumentos de trabajo? ¿los impuestos han convertido en inviable su negocio? Sus hijos, ¿siguen con usted y los están educando en el colegio y de la forma que usted desea o el estado venezolano se los ha llevado contra su voluntad a un circulo bolivariano? Repase la evolución de su contabilidad en los últimos diez o quince años. Si tiene un despacho de abogados, una clínica estética o un despacho de arquitecto, ¿ha bajado su facturación tras la llegada de la revolución bolivariana? Muchos sectores pobres que nunca pudieron hacerse una operación de cirugía estética, reformar su vivienda o consultar a un abogado ahora disponen de dinero para hacerlo.

Uno de los asuntos que más le preocupa es la delincuencia común, efectivamente alta en Venezuela. Pero usted vive en un barrio acomodado, en la zona Este de Caracas o en El Hatillo. Todos sabemos que allí no hay grandes problemas de delincuencia. En cualquier caso, su residencia cuenta con vigilantes privados y alambradas de espinos, puede que electrificadas. Incluso desde antes de que llegara Hugo Chávez al poder. Es verdad que en los populosos barrios humildes de las grandes ciudades venezolanas hay crímenes todos los días. Usted sabe que el 80% de los homicidios suceden en los barrios populares, pero usted no va a Petare, la Vega o al 23 de enero, ni ha ido nunca, siempre fueron peligrosos. En el fondo, no hay razón para que le preocupe ahora más que hace quince años. Y en cuanto al centro, pongamos como ejemplo Plaza Venezuela o Sabana Grande, ¿de verdad le parecen hoy más peligrosos que hace diez años, antes de que se desalojaran los vendedores ambulantes y se instalaran parques de juego infantiles e iluminación nueva?

Quizás usted no sea un profesional liberal sino un empresario. Dueño de una cadena de restaurantes, concesionarios de automóviles o fabricante de muebles. O propietario de un establecimiento de móviles o electrónica o de ropa en un centro comercial. Habrá comprobado que, después de quince años, ese comunismo que le habían hablado que venía no le ha tocado su negocio. Incluso el presidente Nicolás Maduro ha dicho que intentará que no haya abusos en el precio que les cobran por alquilar los locales. Tampoco le han subido los impuestos, de hecho no han cerrado negocios en Venezuela en estos últimos años como ha sucedido en España. Es verdad que, en el último año, se ha enfrentado a un grave problema económico: la escasez de divisas que le impide adquirir material de importación para su negocio. Puede que parte de la responsabilidad de ello sea del Gobierno, no le estoy pidiendo que no señale los errores del Gobierno, el propio Maduro lo está reconociendo. Pero eso es un problema que deberá exigir que se resuelva sin llegar al nivel de violencia y desestabilización que algunos están eligiendo.

Por otro lado, sí habrá notado que mulatos y pobres que nunca tuvieron un smartphone, ni un coche nuevo, ni ropa cara, ni cenaban en un buen restaurante ahora son clientes suyos. Puede suceder que a alguno de ustedes -blancos, admiradores de Estados Unidos y reivindicadores de sus orígenes europeos- esos mulatos, afrodescendientes, indígenas y hasta hace poco sucios y analfabetos no les guste encontrarlos en los centros comerciales, en su mismo barrio, con un automóvil y un móvil similar al suyo. Hasta le molesta que sean clientes de su comercio. No le voy a recordar que eso es racismo, pero sí que, a diferencia de usted, esos europeos y estadounidenses que usted tanto admira, están encantados con afrodescendientes, asiáticos y magrebíes cuando disponen de dinero. Los empresarios de Marbella son muy felices cuando llegan los árabes y sus tarjetas de crédito, el expresidente Bush no dudó en colocar de secretaria de Estado a una afrodescendiente. Y las grandes multinacionales estadounidenses no tienen ningún problema con un presidente también afrodescendiente. Piénselo bien, el dinero de esos oscuros de barrios periféricos le viene muy bien a su negocio, y antes de los vientos bolivarianos ese dinero no le llegaba. Acusan al Gobierno de dividir a los venezolanos, la división que denuncian es artificial, de prejuicios. La verdadera división de una sociedad es entre quienes tienen todo y los que no tienen nada. Conseguir limar esas diferencias, que usted puede comprobar en su clientela, es algo que ha avanzado en Venezuela.

Tampoco le pido que niegue el problema del abastecimiento. Pero todos sabemos que las principales vías de distribución son privadas. En Venezuela tanto los ciudadanos como el Gobierno tienen recursos económicos para adquirir los bienes de primera necesidad, es evidente que el principal problema -falta de dinero- no existe. A ningún Gobierno le interesa que escaseen esos productos, de ahí que el primer interesado en resolverlo sea el Gobierno interviniendo sobre los especuladores, acaparadores y distribuidores que provocan el desabastecimiento. Ningún movimiento violento que está quemando camiones del Estado puede demostrarles que están preocupados porque lleguen los suministros a la población.

En España he comprobado que, en las encuestas del oficial Centro de Investigaciones Sociológicas, a la pregunta de "cuáles cree que son los principales problemas del país", los ciudadanos responden una cosa y, a la pregunta de "cuáles cree que son los principales problemas que le afectan a usted y a su familia", responden otra. De modo que en la primera opción ocupa un lugar destacado el terrorismo y en la segunda, el desempleo. Esto sucede porque la psicosis que les han transmitido algunos políticos y medios de comunicación les hacen angustiarse por asuntos que, cuando miran a su propia situación personal, ya no son tan importantes y sí, en cambio, otros. Ya Michael Moore recordaba a los estadounidenses que había más muertes por suicidio que por terrorismo, o dicho de otro modo, es más fácil que usted se quite la vida que no un terrorista. Y sin embargo todos los estadounidenses andaban preocupados por el terrorismo. Cuento esto porque, quizás, a usted, amigo venezolano, le está pasando algo similar con la angustia que le provoca el Gobierno de Nicolás Maduro.

No pretendo convencerle de que apoye al Gobierno venezolano actual o que le vote en las próximas elecciones. Usted tendrá muchos más elementos que yo para observar la evolución de su país y detectar qué problemas responden a errores del Gobierno o a otros elementos ajenos a él. En mi país, España, muchos ciudadanos discrepamos de la política del Gobierno. Criticamos sus decisiones, intentamos que las cambie y el día de las elecciones votamos a otro partido. También nos manifestamos, pero entendemos que un presidente, un diputado o un alcalde lo es hasta las próximas elecciones. No incendiamos los camiones de abastecimiento del Estado, ni hacemos barricadas en las carreteras para colapsar las ciudades, los políticos opositores no lanzan a miles de ciudadanos a asaltar un ministerio, no permitimos que unos ciudadanos disconformes con el Gobierno instalen un alambre en una avenida para degollar a una persona que circule en motocicleta. Todo para conseguir que dimita el presidente que ganó en unas elecciones democráticas. ¿De verdad usted, venezolano de clase media o alta, empresario, legítimo y respetable opositor del Gobierno, cree que con ese escenario puede ayudar a mejorar su situación personal, familiar y económica?

En Venezuela existen mecanismos democráticos para sacar a un Gobierno, incluso más que en Europa donde no existe un referéndum revocatorio que permita cesar a un cargo político antes de que finalice su mandato. Los sectores que están desencadenando la violencia no están preocupados por su economía o su negocio, quieren desestabilizar un determinado sistema político democrático y legítimo a costa de la convivencia porque saben que por la vía democrática no van a llegar al poder. Muchos lo están reconociendo. Eche un vistazo durante unos segundos a los países donde unas masas enfurecidas derrocaron a sus gobiernos con apoyos foráneos que decían que iban a recuperar la democracia: Irak, Afganistán, Libia, Siria, Ucrania... ¿De verdad cree que los profesionales de alto nivel o empresarios como usted han salido ganando y se encuentran ahora mejor?

Un último detalle, antes de que alguno de ustedes insinúe que cuánto me paga el Gobierno venezolano por escribir esto. Nunca me pagaron nada por ningún artículo ni texto sobre Venezuela, lo cual no me parece bien porque el trabajo (no la adhesión) hay que pagarlo. Por eso se publica en un medio de comunicación español.

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Cita de: RM en 30 Junio, 2014, 17:16:14 PM
Se saca la conclusión que si dejamos libres a los mercados hacen lo que quieren con nosotros...

¿Cuál sería entonces la alternativa?

La alternativa es tan sencilla y fácil de levar a cabo que está en la propia Constitución Española de 1978:

Artículo 128.1

Toda la riqueza del país en sus distintas formas y sea cual fuere su titularidad está subordinada al interés general.


Artículo 131.1

El Estado, mediante ley, podrá planificar la actividad económica general para atender a las necesidades colectivas, equilibrar y armonizar el desarrollo regional y sectorial y estimular el crecimiento de la renta y de la riqueza y su más justa distribución.



Lo único que ocurre es que ninguno de los gobiernos que hemos tenido hasta ahora le hace el más mínimo caso, como a tantos otros artículos de la Constitución, simplemente porque no quieren y hay que entender que sus votantes tampoco lo quieren o no les votarían.


Saludos.

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Pascual Serrano


Quien visitase Caracas, por ejemplo en 1997, y volviese cinco años después descubría un cambio sorprendente. Millones de personas de origen humilde, que vivían en suburbios de infraviviendas en grandes ciudades, que no se interesaban por la política, ni por las elecciones, sobreviviendo en la miseria, la droga y la delincuencia, ahora, al grito de movilización de sus líderes vecinales, bajaban por miles al centro de Caracas a defender una opción política esgrimiendo en la mano como principales argumentos y armas, un libro y un líder, la Constitución venezolana y Hugo Chávez.

Si paseásemos ahora por Lima o México DF, nada más alejado de la realidad esa escena que señalo de Caracas. Sin embargo, así era Venezuela antes de la llegada de Chávez y su revolución venezolana. ¿Qué había sucedido para desencadenarse esa mutación social? Sencillamente que miles de ciudadanos que no se sentían reflejados en su sistema político habían descubierto una luz, una esperanza de cambio radical y absoluto. La historia se encargaría de mostrar si estaba fundada o no, pero ellos así la vivieron.

Sin duda esa es una de las cartas a las que están jugando los líderes de Podemos. Saben que, como en Caracas, miles, millones de personas no se creen el sistema, no se movilizan, pero están en condiciones de levantarse si ven una esperanza. Por eso Pablo Iglesias no mostró signos de triunfo con cinco eurodiputados y un millón de votos. Su discurso, a diferencia del de la izquierda tradicional es maximalista, no habla de conseguir dos o tres puntos más de porcentaje de voto o doblar los resultados. Como Chávez, Podemos habla de ganar, de arrasar, derrocar al sistema. No voy a entrar en si es viable o no. Se trata de insuflar ilusión porque saben que los ciudadanos votan porque quieren ganar, no para aumentar un diputado.

De la misma manera, la ambigüedad del discurso de Podemos, tan efectista para unos como irritante para otros, también es una lección aprendida del proceso bolivariano. Chávez llegó a la presidencia de Venezuela esgrimiendo como propuesta electoral una "tercera vía", algo que nadie sabía lo que era. Solo varios años después se atrevió a hablar de socialismo, socialismo del siglo XXI, que tampoco nadie sabía lo que era.

La historia está llena de políticos que llegan al poder esgrimiendo posiciones de izquierda para después abandonarlas, ¿por qué no podía suceder lo contrario? Llegar al poder con un discurso moderado y ambiguo para después ir profundizando cambios de izquierda. Es lo que sucedió en Venezuela, en Argentina o en Ecuador. Mientras nuestros partidos socialistas hacen lo contrario del socialismo, en América Latina, sin llamarse socialistas ni obreros, están haciendo más por el socialismo y por los obreros que aquí. Evidentemente, confiar en que un político de discurso moderado al final se atreva con propuestas de izquierda requiere una gran dosis de fe por parte del electorado, ¿pero acaso la experiencia no nos ha demostrado que esperarlo de quienes se dicen de izquierdas también lo requiere?

Planteemos algunas incógnitas provocadoras: ¿no podría ser una opción aspirar al poder con unos principios básicos –Julio Anguita ha llegado a decir que bastaría con reivindicar los derechos humanos– y progresivamente demostrar que la salida del túnel está en políticas de izquierda? ¿Acaso la derecha no llega al poder esgrimiendo valores y principios universales e indiscutibles (justicia, libertad, derechos, sociedad civil...) para luego ponerse al servicio de una oligarquía económica y financiera? ¿Por qué los líderes de Podemos no podrían evitar un discurso de extrema izquierda para llegar al poder y, progresivamente, mostrar un camino con la radicalidad que sea necesaria?

Los portavoces de Podemos también han adoptado una forma de acción que los políticos de la izquierda tradicional española nunca se atrevieron. La apuesta por la audacia en la confrontación en el escenario mediático. Podemos ha ignorado el formato recatado y diplomático dominante en los políticos europeos cuando se encuentran en un plató o frente a un micrófono para lanzarse a la locuacidad valiente que caracterizó a Hugo Chávez o a Rafael Correa.

Así nos sorprendió Pablo Iglesias llamando a Sánchez Dragó bufón de la derecha a los dos minutos de empezar su conversación en una radio de máxima audiencia. Apenas Julio Anguita se había atrevido a una contundencia similar en su comportamiento público o ante los medios. Todos los días vemos a nuestros políticos de izquierda soportando con una pachorra infinita a unos pseudoperiodistas que les agreden en las tertulias con una impunidad absoluta. La gente quería ver a otros políticos pagándoles con la misma moneda. Y lo veían en Pablo Iglesias frente a los halcones de la derecha mediática.

El discurso rupturista de Podemos también emula la ruptura del proceso bolivariano con el pasado. Chávez esgrimía el entierro de la denominada IV República (el sistema político venezolano anterior a la llegada del proceso bolivariano) y Juan Carlos Monedero insiste en el fraude de la Transición y la necesidad de superarlo. Un discurso difícil para una Izquierda Unida con un PCE que seguía siendo percibido como parte de ese fraude por muchas personas.

No se trata de si el despegue de Podemos y las claves tácticas de su éxito suponen una injusticia para los modos de trabajo de la izquierda tradicional. Es, sencillamente, algo que funcionó en Venezuela y en otros países de América Latina, mientras aquí pocos sectores de la izquierda entendían algo porque se limitaban a ver chistes y canciones de Chávez.

También, al igual que en Venezuela, el papel de la ciudadanía es fundamental para presionar a Podemos –como hicieron los venezolanos con Chávez salvándole de los golpistas- para que se mantenga firme y radical en sus propuestas de cambio de régimen, de enfrentamiento a los poderes financieros, de defensa de los derechos sociales y del papel del Estado como garante de la soberanía económica del país, de lucha contra la corrupción y cooperación con todas las organizaciones de izquierda que compartan ese proyecto de cambio. Muchas lagunas y ambigüedades de su programa deberán ir madurando en esa línea netamente revolucionaria. Porque en España, también como en Venezuela, se necesita una revolución democrática y ciudadana.

Y al igual que le sucedió al presidente venezolano, ahora viene la reacción de los medios. También en eso en Podemos deben aprender de Chávez a mantenerse firmes y no ceder a las presiones. Ni siquiera de esos medios que, sin saberlo ni quererlo, han ayudado a crear a la bestia. O a la bella, según se mire.

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