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Entre usted en el aula (artículo de opinión)

Iniciado por expander, 02 Febrero, 2015, 22:03:35 PM

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expander

Hola compis:

Os dejo un artículo de opinión aparecido en el Diario de Sevilla que retrata bastante bien la realidad educativa actual. Yo me he sentido bastante identificado. Supongo que muchos de vosotros también os sentiréis así tras su lectura. Un saludo.

ENTRE USTED EN EL AULA


MI trabajo no depende de una silla, ni de un ordenador, ni de un jefe autoritario, ni siquiera, muchas veces, de mí misma. En mi trabajo, la puntualidad, las ganas, la preparación o la responsabilidad no son garantía de éxito. Más de 1.000 veces he llegado con 10.000 actividades previstas, de libro, de interacción, de pizarra digital, de audiovisuales, de ficha y de cuadernillo y, de pronto, aunque todo apuntara a que iba a ser una clase maravillosa, la cosa acaba en un sinsabor descafeinado o en un completo desastre. Es el alto precio de educar en los tiempos que corren. Es la dificultad que entraña un trabajo que depende de otras personas. Y, sobre todo, de que estas personas sean treinta adolescentes, metidos en un aula, con edades comprendidas entre los 12 y los 18 años.

En mi trabajo, los cambios de humor son una constante. Tan pronto sonríes por el pasillo al encontrarte un compañero como tu semblante se torna serio y dictatorial nada más cruzar el umbral del aula que te toque. Vamos, de ángel a sargentona en un santiamén. Todo un ejercicio de camuflaje. Y más te vale tenerlo ensayado, o beberte tres actimels, o dos beroccas, cinco supradyns o siete redoxon complex porque, en mi trabajo, los días flojos, o tristes, o apagados no se permiten. De hecho, se pagan muy caro.

En mi trabajo, te pasas el día expuesto, hablando en alto, mirando con un ojo lo que escribes en la pizarra y con el otro lo que hace Ayoze, o Alfonso o Gerardo, que están fabricando un avión de papel, que escriben sobre la mesa o que se burlan de la negrita nueva en clase. Y luego explicas y preguntas y ninguno respeta el turno de palabra, pero bueno, te dices, al menos participan. Explicas treinta veces lo mismo, porque no te atienden, corriges los ejercicios, calmas los ánimos de dos que se pelean por un estuche, le regalas una sonrisa a Laura, la introvertida, e incluso, pese al caos, propones actividades dinámicas: un taller de crêpes, una salida al Teide, una obra de teatro... Y vuelves a mandar a callar, levanta la mano, saca el cuaderno, no tires las cosas al suelo, escribe la fecha, copia el esquema...¡uf! Si eres profesor, te sentirás ahora mismo identificado.

Me decía el otro día la compañera de Biología: esto se está convirtiendo en un 10% educar y un 90% en cuidar niños. Y no le faltaba razón.

En mi trabajo ya hay tres profesores de baja por ser incapaces de dominar un 1º de la ESO. Son alumnos de 12 años, que se esconden antes de que llegue la profesora para asustarle, que le tiran balones a la cabeza, que le ponen la zancadilla para que se caiga redonda encima de todas las mesas... Me pregunto si esto ocurre en otro tipo de trabajos. Y todo por ser demasiado permisivo, ¿demasiado amable? Ya se lo decía antes: con los niños que tenemos, cualquier signo de debilidad se paga muy caro. Me pregunto también, con cierta tristeza, con qué autoestima y seguridad se enfrenta uno de estos compañeros de nuevo a una clase entera. Lo pienso y da miedo.

Y, sin embargo, me gusta. Me gusta esta profesión, porque, a pesar de lo vacíos (de cariño, de conocimientos, de madurez, de familia...) que están los alumnos, picando y picando todo el año, uno consigue hacer un hoyo en su cerebro, entrar por esa rendija, imprimirles el mensaje de que sabiendo serán más libres, de que no todo tiene utilidad práctica, pero sí mental y, más aún, de que hay que ser honestos y solidarios y comprometidos y, ligeramente, ambiciosos y valientes y decididos. Esto último, no nos lo dice nadie. Pero lo hacemos.

Por eso me dan rabia estos recortes. No por el dinero que restan a un sueldo, que tan poco es el que, por ley, nos corresponde, sino por el empeoramiento en la calidad de nuestra educación pública. La ecuación es sencilla: incremento de alumnos en el aula + supresión de la gratuidad de los libros de texto + incremento del horario lectivo del profesorado: alumnos ignorantes y profesores desquiciados. ¿Qué resquemor hay hacia el gremio de los enseñantes? ¿cuál es el problema? ¿Que tenemos muchas vacaciones? Póngannos el mes de julio, y todos tan contentos. Pero no nos digan que no trabajamos. No, señor. Y si usted lo duda, le invito yo misma a que acuda a mi centro, a que vea la cantidad de proyectos educativos promovidos, pese a todo, por el profesorado, a que se quede a las tardes de formación, a que rellene a mi lado los informes de competencias básicas de mis 160 alumnos, la memoria del departamento, el inventario, las programaciones de aula, las pruebas de septiembre o que asista a mis once sesiones de evaluación.

Y ya que estamos, le preparo un té de descanso en mi casa, antes de comenzar a organizar las clases de la semana, de corregir los trabajos y los exámenes o de organizar las actividades para los alumnos con necesidades especiales. Y, por supuesto, si aún le quedan dudas, amigo, no lo piense más. Tengo la solución para su incertidumbre: entre usted en el aula. Y luego, ya me cuenta.
Quosque tandem abutere, Junta de Andalucía, patientia nostra?

zocter

Toda la razón! Yo doy en FP que es "gloria", pero las guardias que he hecho en la ESO.... pufff...o eres muy malo o se rien de ti


biologaPP

Sólo puedo decir olé por esas palabras, mejor no se puede decir! Hoy mismo he estado hablando de eso con una compañera, la educación está muy mal!!! Yo sólo pido que aquellos que nos critican, vivan en directo una clase con un grupo de 1 o 2 eso!

dcc974

Aunque puedo suscribir la mayoría de las afirmaciones anteriormente vertidas, querría también dar una cita:
Los jóvenes hoy en día son unos tiranos. Contradicen a sus padres, devoran su comida, y le faltan al respeto a sus maestros.

Se le atribuye a Sócrates (s. V a. C.)

Aún así, esta es una profesión vocacional, aunque con la que está cayendo entiendo que mermen las mismas.


majona

Poco más que decir...


Sólo que, por desgracia, y como ya me pasó en su día, muchos acabamos sintiéndonos como en la película de "El rector" o "El sustituto"... incrédulos y con la intención de probar toda estrategia con tal de que al menos se genere un mínimo de respeto, las cosas dejen de volar por los aires, el volumen de "griterío" baje y acaben sentados y relacionándose civilizadamente.

De ahí a querer dar clase, hay a veces un gran abismo...

Y luego resulta que todo va bien... los alumnos "guardados" en clase y los profesores y maestros "viviendo muy bien".

Cada día que pasa, tienes una oportunidad menos.

... todo llega...

manutranqui

 esa es la realidad a la que nos enfrentamos la mayoría de los compañeros,  los centros de secundaria se están convirtiendo en guarderías de adolescente, en los que nada más entrar de la calle  todo se le convierte en derechos y pocas obligaciones y nos estamos convirtiendo en meros vigilantes de niños . Todo esto apoyado por la consejería de educación y los inspectores a los que sólo les interesa el número de aprobados, ya exigen un  60 %, si no te enfrentas a un control por parte de la inspección y en mi centro del propio equipo directivo, aunque los resultados estén maquillados, aunque el alumnado no haga nada, no trabaje, no se esfuerze, no estudie para los exámenes, etc, y no alcancen los conocimientos mínimos, pero el número de aprobados hay que maquillarlo como sea.

jmcala

1. Cumplamos con las normas al 100%.
2. Hagamos nuestro trabajo y solo nuestro trabajo según esas mismas normas.
3. Pasemos olímpicamente del inspector y del resto de gañanes.
4. Veamos cómo se va al carajo el sistema entero con la "tranquilidad" de que estamos haciendo lo que dicen las normas.

Por ejemplo, en ningún artículo se dice que pueda haber alumnos en clase que no hagan caso, que no hagan nada o que no traigan el material. Tampoco se hace mención de que puedan faltar el respeto o pretender hacer lo que quieran. Es más, la ley dice justo lo contrario. Se podría hacer reventar el aula de convivencia y exigir que se vayan a sus casas.

Tampoco dice la ley, en ningún artículo, que seamos animadores socioculturales. Las inspecciones juegan ahora a pedir papeles y a decir que atendamos a la diversidad. La diversidad no dice la ley que sea la desgana y la idiocia de unos pocos lumbreras de salón.

El nuevo mantra son las competencias básicas pero, ¿saben quienes manda qué son? La propia normativa no apunta a la esencia de ellas porque implicaría una gran inversión de dinero educar para ellas y en base a ellas. No hay que hacer lo que no se puede hacer. Es un principio legal. Ningún jefe te puede exigir que uses el EPI (equipo de protección individual) que marca la ley si no te pone uno a tu disposición. La ley dice que en ese caso es la empresa la culpable. ¿Por qué en nuestro trabajo iba a ser distinto? No podemos seguir con miedo y consintiendo que se nos "pida" hacer cosas que no son posibles.

zocter

Es cierto eso de aprobar a los alumnos "por la cara"... Ahora, yo por la cara no apruebo a nadie, lo tengo claro. O si me "obligan" a hacerlo no daré ni una clase.


rinrin

100% de acuerdo. Me siento totalmente identificada.

Richard Roy

Estupendo artículo el de la compañera. Retrata muy bien nuestras vivencias en algunas aulas de 1º y 2º de la ESO. Nada que desconozcamos, aunque quizás sorprenda a aquellos ajenos a la docencia que siguen repitiendo el famoso y errado: "qué bien viven los maestros". Sin embargo, es preciso matizar que también hay muchas clases de los cursos inferiores donde la situación es manejable y se puede trabajar con normalidad, e incluso existen grupos de primer ciclo en los cuales se disfruta del placer de enseñar.

Otra cosa que es preciso señalar es que nada de esto sucede en los centros concertados ni privados, pues allí "invitan a irse" (eufemismo para no decir que echan a la calle) a quienes dan problemas, muchas veces escudándose en que ellos no tienen diversificación, ni compensatoria, ni PCPI o FP Básica. Y luego llegan a nuestros centros públicos recordando con nostalgia los coles de donde fueron expulsados y afirmando que allí "los maestros sí sabían imponerse".


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