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Pedagogía

Iniciado por Albariza, 30 Junio, 2013, 21:57:20 PM

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Albariza


Agustín Moreno
Rebelión


En los últimos tiempos se han levantado voces contra los pedagogos y psicólogos aduciendo que son los responsables de los malos pasos de la educación en España. Si alguien cuestionase por qué un ingeniero tiene que asesorar en la resistencia de materiales de un puente, lo tomarían por ignorante o provocador. No ocurre igual cuando los expertos en educación aportan sus ideas.
Estos ataques a la pedagogía tienen que ver con el giro que se ha dado al concepto de educación, últimamente en textos como la LOMCE. En el origen de esta ley no existen los expertos en educación sino en economía. Manda el mundo de la empresa y sus intereses, a pesar de los cambios cosméticos realizados en su prólogo. Ya no importan valores, actitudes y procedimientos, sólo los contenidos y la evaluación de los mismos. La cuenta de resultados en el lenguaje neocom.

La pedagogía descubrió hace tiempo que la educación no era lo mismo que la instrucción. Esta última suena más a la disciplina que debe de haber en un ejército que se prepara para combatir-competir contra el enemigo. Desde hace más de cien años, el concepto de educación de la escuela moderna habla de conducir, mostrar, educar para la vida, que no es lo mismo que para el mercado. Es mucho más moderno el pasado y más rancia la ley Wert.

Ignorar a Montessori. Decroly, Freinet, Piaget, Dewey, Rogers, Vigostky y tantos otros pedagogos y psicólogos que han marcado camino con nuevas experiencias y han demostrado eficazmente su valor, es volver al pasado del yo hablo, tú escuchas y te examinas luego. Para esto no hacen falta tantas leyes y cambios. Ignorar a la comunidad científica internacional es, sencillamente, una barbaridad.

Decía Paulo Freire que sólo hay dos tipos de educación: la bancaria y la liberadora. La primera considera al alumno como un depósito en el que se van acumulando datos y contenidos propuestos por una clase dominante. La educación liberadora ayuda a descubrir, a comprender y analizar el mundo y su pasado con una visión crítica y científica, que tiene como objetivo una acción transformadora para crear un mundo más justo para todos. ¿Instruir o educar? es el debate. Ahí sí que radica la calidad y la excelencia.

Agustín Moreno es profesor de Enseñanza Secundaria en Vallecas (Madrid) y miembro de la Marea Verde
La utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. ¿Entonces para qué sirve la utopía? Para eso, sirve para caminar.

mgarhod

Educar sin duda alguna , instruir es hacer que el alumno no tenga posibilidad de crecer , es hacer que se cumplan unas normas sin ni siquiera plantearse si son buenas o malas, instruir suena a obediencia , a no tener en cuenta la individualidad de las personas...¿donde quedan los valores , la diversidad ,la inclusividad de la escuela....?
EL problema desde mi humilde opinion, radica en que educar es muy amplio ,,,es hacer que el alumno no sepa solamente conocimientos o contenidos , y creo que hoy en dia todos los docentes sabemos lo importante que es desarrollar todas las capacidades , no se trata de que en un examen evaluen solo la competencia matematica o linguistica,,,,son muchas horas con los alumnos llevandolos a conciertos, a bibliotecas, semanas culturales,,,etc etc y eso no se evalua, nadie le da importancia a lo que en un tiempo anterior se llamo transversales...
Para mi no hay debate alguno, educar es lo que debemos hacer como docentes....eso si con la ayuda de los padres que son un elemento clave para que esa educacion sea completa....instruir en una materia puede hacerlo cualquier buen libro,,,educar solo podemos hacerlo las personas


jmcala

Yo creo que no existe controversia con el planteamiento que hace el autor. El problema está, como siempre, en cómo se lleva a la práctica la teoría. Los pedagogos que nombra en su escrito han demostrado que la teoría puede ser llevada a la práctica pero lo han hecho y lo hacen en condiciones que nada tienen que ver con las condiciones en las que tenemos que trabajar la inmensa mayoría de nosotros.

Si uno acude a una escuela Montessori, por ejemplo, descubre que es posible educar y aprender porque la escuela está creada para ello. Y es una diferencia abismal con respecto a nuestras escuelas. Se siguen construyendo para ADIESTRAR a los menores. Se les divide por pelotones, se les asignan mandos, se les impone disciplina jerárquica... No tiene nada de EDUCATIVO el propio sistema. Eso sí, luego se nos pide que eduquemos en semejante ambiente.

El problema no son pedagogos, el problema son los medios con los que contamos y la puta manía de los políticos, los cargos educativos y los inspectores de querer que se eduque en los cuarteles ellos mismos "reinan".

respublica

El País; 15/12/2008

En defensa de la Pedagogía

José Gimeno *


Nos preguntamos por qué últimamente son tan frecuentes en algunos medios las soflamas antipedagógicas, opiniones que atribuyen el deterioro del sistema educativo y hasta el fracaso escolar a una ley de educación y, más concretamente, a lo que denominan la pedagogización de la educación. Siguiendo la pendiente, claro está, acaban culpando a los pedagogos, como si la pedagogía fuese cometido sólo de éstos.

A esa cruzada anti se suman intelectuales, literatos y profesantes de los que cabría esperar análisis más finos y rigurosos. No entendemos que, ellos que saben de la irrelevancia social del intelecto en las sociedades actuales, consideren al gremio vilipendiado de los pedagogos tan capaces de pudrir al resto de las manzanas del cesto; y tan incapaces a los demás que se dejan pervertir. Es asombrosa la simplificación en la descalificación de unos saberes con larga historia. Rara forma, la de este rudo país, para atajar los males del sistema educativo con diagnósticos como éstos.

Nos sentimos aludidos, pero nos duele más la decepción que provocan las formas injustas de estigmatización y la tergiversación de la realidad. Pero podemos entenderles porque su posición ha sido estudiada por la investigación educativa. Es cierto que hay malos pedagogos, como debe haber malos psicólogos, economistas, filósofos y hasta algún mal profesor en bachillerato.

Estamos también de acuerdo, parcialmente, con alguna de sus críticas a la pedagogía, pues nosotros también las hemos hecho. Hemos defendido la importancia del buen dominio de la materia para ser docente y hemos criticado el menosprecio de los contenidos para suplirlos por los procesos o por las competencias. No obstante, creemos que algunos contenidos vigentes no representan, siquiera, lo valioso de la tradición cultural de las especialidades y asignaturas bajo cuyo rótulo se cobijan los contenidos que se enseñan. Y sobre todo, estimamos que si los contenidos relevantes no son adquiridos de manera que construyan y mejoren la comprensión del mundo y el situarse ante él, de poco sirven. Ésta sí que es una causa del fracaso escolar y del aburrimiento que lo precede.

Hemos abogado por el incremento del nivel de formación básica de los docentes. No impartimos cursos en el antiguo CAP. No estamos de acuerdo ni hemos tenido nada que ver con el diseño del posgrado que lo sustituye. Algunas autoridades, lejos de dejarse abducir, se han sentido molestas por nuestras críticas. Tampoco confiamos en que cualquier teoría sobre la educación mejore necesariamente las prácticas. Sabedores de los límites para cambiar la realidad y a los propios anti, nos conformamos con que las ideas que cultivamos les sirvan para inquietarles su pensamiento. Maticen sus argumentos y las ideas considerando estas dudas:

¿Tanta capacidad destructiva tiene el pensamiento sobre la educación? Nos presumen con tal poder que podríamos haber tenido la tentación de usar el peligroso instrumento contra sus trincheras. ¿Cómo entender desde la anti-pedagogía el que organismos como la UNESCO, la UE, la OCDE o el Banco Mundial hablen de formación pedagógica del profesorado? En la sociedad del conocimiento, el papel del docente no puede reducirse a la mera explicación de contenidos y evaluación de resultados. Los recursos tecnológicos pueden hacerlo. Los docentes tienen que enseñar a amar el conocimiento para que los alumnos y alumnas deseen seguir aprendiendo. Confiar sólo en el autodidactismo no es suficiente, ni se adquiere por ensayo y error.

Si ustedes, los anti, tienen razón, tomen conciencia de estar menospreciando lo que hicieron -y, en algunos casos sólo pensaron- figuras históricas desde Platón. Kant habría caído en la bajeza de escribir y hablar sobre pedagogía, como lo hicieron otros muchos nombres reconocidos. A la mente de manera desordenada nos viene al recuerdo Dewey, Ortega, Luzuriaga, Freinet, Freire, Montessori, Piaget, Giner de los Ríos, Delors, Bourdieu, Mayor Zaragoza, Bernstein. Bruner, Marta Mata, Vigotski... Alguno, como Ferrer i Guardia, fue fusilado por su pedagogía, por salirse de la docencia de las materias. No sabemos si alguien de los citados fue profesor de bachillerato para poder opinar con legitimidad sobre asuntos pedagógicos.

¿No creen que adueñarse de los éxitos y desentenderse de los fracasos es una arrogancia? ¿No creen que el bajo nivel de los alumnos es una realidad demasiado compleja como para achacarla a un colectivo que no impartimos las clases de las materias? Al fin y al cabo, la Lengua, el Inglés o la Geografía las imparten otros. ¿Qué obnubila a las editoriales que publican libros y revistas sobre educación o sobre pedagogía? O ¿por qué en Harvard o en Moscú mantienen estudios de pedagogía? ¿Hasta ahí llega nuestra capacidad de abducción?

Ciertamente, nadie puede enseñar lo que no sabe, ni hacerlo bien sin tener un buen dominio de los contenidos y, sobre todo, sin amor por el saber. Pero piensen que tenemos la deformación de creer que la educación es algo más que enseñar la materia. Les apoyamos para que ustedes sean más consultados, pues así sabremos de sus argumentos. Pero déjennos hacer pedagogía, pues antes de "pervertirnos" fuimos profesores y profesoras de primaria, secundaria, directores de centro... Además, si se acepta su idea de que sólo tienen legitimidad para opinar y sugerir acerca de la educación quienes están en la actividad de enseñar en su nivel y especialidad, puede ocurrir que alguien les diga que ustedes no pueden opinar sobre la educación porque algunos anti no ejercen de educadores. En consecuencia, les sugerimos que busquen a otro chivo expiatorio, pues somos sabedores de que nuestro saber es débil, como lo es nuestro poder. Pero nos interesa.


(*) Firman el artículo los profesores de la Universidad de Valencia José Gimeno, Francisco Beltrán y Jaume Martínez; Ángel I. Pérez y Nieves Blanco (Málaga); Miguel Ángel Jurjo (A Coruña); Félix Angulo (Cádiz); Francisco Imbernón (Barcelona), Juan Manuel Álvarez (Complutense); Juan Bautista Martínez (Granada) y María Clemente (Salamanca).

- Cuando todos piensan igual, ninguno está pensando -


respublica


Ricardo Moreno Castillo


Un nuevo curso en marcha y estamos como siempre. Desde la reforma introducida por la LOGSE, el sistema educativo español hace agua por todas partes. Los resultados del Informe PISA, que sólo han sorprendido a los ingenuos, han dado lugar a reacciones de lo más variopintas. Unos opinan que la causa del bajo nivel de nuestros estudiantes está en los cambios sociales, otros en la presencia de inmigrantes, y otros en la poca formación de los padres. También hay quienes dicen que la cosa no es para tanto, y que las estadísticas hay que interpretarlas correctamente. Pero a nuestras autoridades educativas ni se les ocurre la posibilidad de que la causa pueda estar en una mala ley de educación. Eso ni se plantea, y la ministra del ramo sigue cantando alegremente las excelencias de nuestro sistema educativo.

En primer lugar, ¿hacían falta los datos que ofrece PISA para caer en la cuenta de nuestro desastre educativo? ¿Es que no podemos ver la realidad hasta que esté traducida en gráficos y estadísticas? Que la famosa reforma educativa es un disparate ya lo llevamos denunciando algunos desde hace tiempo (lo cual, por cierto, nos ha valido ser tachados de fascistas, reaccionarios y nostálgicos), y para ver por qué es un disparate no hace falta esperar a que los sociólogos de la educación hagan sus estadísticas y sus informes, basta con abrir los ojos y mirar a nuestro alrededor. Hay alumnos que acaban la Educación Secundaria Obligatoria incapaces de operar con decimales, ignorando cosas muy elementales de geometría y, en algunos casos, sin saber la tabla de multiplicar. En muchas facultades de ciencias ha sido necesario implantar un curso cero, que se imparte durante septiembre, donde se enseñan cosas que antes sabía un estudiante corriente de 14 años. Y la necesidad de este curso no se hizo patente hasta que llegaron los primeros alumnos procedentes de la reforma. Que el gamberrismo e indisciplina en los institutos ha subido hasta cotas alarmantes es algo del dominio público, y del descenso del nivel de madurez de nuestros estudiantes hay pruebas cotidianas. No es insólito que un "niño" vaya con su mamá a matricularse a la facultad, y se han dado casos de alumnos universitarios que han ido a la revisión de notas acompañados de sus padres.

A propósito de todo esto, importa mucho aclarar una cosa: si los efectos de la reforma no son todavía más desastrosos, es porque los profesores hacemos bastante más de lo que estrictamente nos corresponde. E importa mucho aclararlo porque también hay quienes achacan el fracaso de nuestro sistema educativo a los profesores, "que no hemos sabido adecuar nuestra mentalidad a los nuevos tiem-pos". Los alumnos llegan a primero de Bachillerato (que empieza a los 16 años) ignorando cosas muy básicas pero indispensables para seguir las asignaturas de matemáticas, de física o de latín. Cumpliendo rigurosamente con su deber, un profesor tendría que empezar por el primer tema dando por sabido todo lo que los alumnos tienen que saber. Y los que no lo sepan, que reclamen a la señora ministra, que mantiene un sistema que concede el título de ESO a quien no lo merece. Afortunadamente, no hacemos así, porque los alumnos son las víctimas del sistema, no los culpables, y casi todos los profesores, la mayoría de los que conozco, nos demoramos explicando cosas que no tenemos ya obligación de explicar en ese nivel. Si los docentes hiciéramos una huelga de celo, cumpliendo estrictamente con nuestras obligaciones pero nada más, el sistema se hundiría en muy poco tiempo. Por ello, la acusación de que los profesores no hemos sabido adaptarnos a la nueva situación es injusta, y también interesada, porque es otra manera más de los creadores del despropósito de eludir sus responsabilidades.

Los defensores de nuestro sistema educativo sostienen que, con todos sus defectos, consiguió escolarizar a todo el mundo. ¿Pero qué significa realmente "escolarizar"? Si un alumno está en una clase sin enterarse de nada porque tiene varias asignaturas pendientes del curso anterior, no está escolarizado, está encerrado entre cuatro paredes. Quien llega al final de la ESO redactando mal y escribiendo con faltas de ortografía, no ha estado escolarizado, ha estado encerrado entre cuatro paredes. Si un alumno quiere aprender pero no puede porque se lo impide el alboroto de algunos compañeros, no está escolarizado, está encerrado entre cuatro paredes. Un lugar donde los derechos de quienes no quieren aprender están más protegidos que los derechos de quienes sí quieren, sólo por abuso de lenguaje puede ser llamado centro educativo. Con el sistema anterior los alumnos acababan la enseñanza obligatoria a los 14 años mejor preparados que los que la acaban hoy a los 16. Que en más años se obtengan peores resultados no parece precisamente un progreso.

Entre los males de nuestro sistema está la proliferación de unos presuntos expertos que, usando un discurso vacío, están empeñados en intervenir en la formación de los docentes. Algunos de ellos son profesores de instituto que han desertado de la tiza y aprendido la jerga pedagógica. No tienen que soportar las consecuencias de sus propias teorías, pero se dedican a dar cursillos a quienes seguimos dando clase. Otros son profesores de Universidad, que jamás han trabajado con alumnos de instituto, pero que hablan del tema con el atrevimiento propio de los ignorantes. Veamos algunos ejemplos. Hay un sesudo pedagogo que afirmó que señalar en color rojo las faltas de un examen era vejatorio para el alumno, y otro, más inteligente todavía, que llegó a decir que los fallos y los errores son una expresión de la creatividad de los niños. Sé de otro, de la Universidad de Murcia, que impartiendo una conferencia sobre la educación para la salud, dijo que un profesor de física también podía contribuir a este aprendizaje estudiando en clase la elasticidad de los preservativos. En la Universidad de La Coruña hay quien sostiene que los profesores no entienden el mundo en que viven por culpa de su subconsciente franquista, y en la de Málaga quien afirma que, como los alumnos están colocados en hileras, la comunicación horizontal entre ellos es imposible. Este mismo profesor se lamenta de que el saber, en la escuela, es jerárquico y circula de modo descendente (¿qué tendrá de malo que los conocimientos vayan desde quien los tiene hacia quienes carecen de ellos?). Otro, éste de la Universidad de Zaragoza, dice que el profesor no debe ser quien detenta la ciencia dentro del aula, ni que su objetivo sea transmitirla a los alumnos (¿quién ha de "detentar" entonces la ciencia dentro del aula?).

Hay un profesor de la Universidad de Valencia que critica a los profesores porque no leemos libros de pedagogía. Esto es una buena noticia: mientras los docentes sigamos reacios a estas necedades, la cosa todavía puede tener solución. Pero lo más grave es que, si no se pone pronto remedio, de estos ignorantes dependerá aún más que hasta ahora la formación de los futuros profesores. Dios nos coja confesados.


Ricardo Moreno Castillo es profesor de instituto y autor de De la buena y la mala educación (Los Libros del Lince).

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respublica



Escrito el 09/07/2012


Mientras se van conociendo nuevos detalles sobre el alcance del Anteproyecto de Ley para la Mejora de la Calidad Educativa que el actual Gobierno anunció el pasado 29 de junio, la interesante sección Educación en Libertad de ReL ha tenido el acierto de rescatar sendos artículos de María Calvo –Profesora de Derecho de la Universidad Carlos III–  y de Alicia Delibes –Viceconsejera de Educación de Madrid– sobre la orientación pedagógica de nuestro actual sistema educativo, factor clave para entender su estrepitoso fracaso durante todos estos años.

El primero de los artículos lleva por título "El triunfo de Rousseau" y fue publicado originalmente en el diario La Gaceta de 12/11/2006. En él la profesora Calvo sostiene que "en las últimas décadas se han impuesto una serie de tendencias pedagógicas que pretenden poner en práctica el absurdo consistente en tratar a los niños como una minoría oprimida que tiene la necesidad de liberarse. Se traslada al profesor a una función subsidiaria y se sitúa a los alumnos en el centro del universo escolar, dotándoles de unas facultades exorbitantes que los convierten en pequeños tiranos".

"(...) Los métodos más utilizados –explica– han consistido en rebajar las exigencias para que el aprendizaje se vea casi como un juego o un placer. Las reglas de comportamiento y el control de la adquisición de conocimientos son ejercicio de autoritarismo. Y, partiendo de la idea roussoniana de que el niño es bueno por naturaleza y de que los conocimientos florecerán por sí solos, se deja libertad al alumno para que a su ritmo desarrolle sus inquietudes y habilidades".

"Los resultados de la aplicación práctica de estos ideales educativos han permitido a España marcar cifras récord en la reducción de los conocimientos de nuestros alumnos, como ponen de relieve diversos informes internacionales que nos sitúan en los últimos lugares del mundo desarrollado. (...) Nunca tuvimos tantos medios y sin embargo nunca han sido peores los resultados".

Por el contrario, argumenta María Calvo, "a los niños hay que enseñarles desde que se sientan por vez primera en un aula que lo que hayan de obtener de la vida será sólo por su trabajo, gracias a su esfuerzo, su entrega. Hay que enseñarles a superar pruebas, a fracasar y levantarse, a ayudar a los que les rodean, a respetar la experiencia y sabiduría del profesorado. (...)  Para poder ilustrar su espíritu hay que formar antes su voluntad. Y la voluntad, como enseñó Aristóteles a Nicómaco, se configura por la adquisición de virtudes como la fortaleza, la prudencia, la justicia o la templanza, que a su vez sólo se logran por la superación de pruebas y la repetición de actos que implican esfuerzo".

Por eso, finaliza la autora, "la fórmula mágica para solucionar el fracaso y la violencia escolar en España contiene los tres ingredientes clásicos: disciplina, autoridad y esfuerzo personal. Todo ello impregnado, claro está, de afectividad. Así conseguiremos que nuestros niños se conviertan en personas verdaderamente libres y responsables. Si no reaccionamos, tendremos que soportar una generación de jóvenes complicada, con una absoluta carencia de recursos personales, fruto de un sistema educativo que no educa, es decir, no enseña a vivir, a enfrentarse a la vida".

El otro artículo al que nos referíamos está escrito por Alicia Delibes y tiene ya algunos años. Se titula "Comprensividad" y fue publicado en el suplemento Ideas de Libertad Digital el 9 de febrero de 2001. Su contenido no puede tener, sin embargo, mayor actuaidad cuando se plantea una nueva reforma educativa. Y es que la llamada pedagogía "comprensiva" es precisamente una de las claves del sistema de la LOGSE de 1990.

El término "comprensivo"  –tomado de las "Comprehensive Schools" británicas– es ciertamente confuso. Pero, como dice Delibes, no es aquí equivalente al principio de que el niño comprenda lo que aprende. "Lo que realmente significa que el sistema escolar sea comprensivo –explica–  es que sea idéntico para todos hasta que se dé por terminada la enseñanza secundaria. Supone, pues, escolarizar en los mismos centros, con los mismos profesores y con el mismo programa a todos los niños hasta los 16 o 18 años de edad. Esta escolarización idéntica supone que está terminantemente prohibido introducir la formación profesional como opción antes de esa edad, supone también que no se deben crear diferentes itinerarios en orden a conseguir una mejor preparación para aquellos que proyecten seguir estudios superiores".

"(...) Los psicólogos y pedagogos progresistas de los años sesenta que tanto han influido en la enseñanza occidental de la segunda mitad de siglo se negaron a aceptar la existencia de una diferencia de aptitudes intelectuales y se mostraron convencidos de que las únicas razones de ese fracaso escolar había que buscarlas en las diferencias sociales entre los escolares y en una forma de enseñanza excesivamente rigurosa, exigente y elitista. De ahí nació la justificación pedagógica de lo que se convirtió en el proyecto socialdemócrata para la educación: la escuela comprensiva".

"Sin embargo  -concluye Delibes–, puesta en marcha esta escuela igualitaria, aparte de convertirse en una podadora indiscriminada de las inteligencias, no consiguió erradicar el fracaso escolar. En España, más del 25% de los alumnos no consigue terminar la ESO* y después de casi 15 años de escolarización se va a la calle sabiendo mal leer, mal escribir, mal hacer cuentas y sin un oficio que le capacite para ganarse la vida. La idea de una escuela capaz de eliminar las desigualdades sociales es tan bella y demagógica que hábilmente manipulada deja a la sociedad sin posibilidad de reacción".

- Cuando todos piensan igual, ninguno está pensando -

jmcala

Uno lee ciertas opiniones y llega a la conclusión de que muchos profesionales son presos de sus ideas preconcebidas y de su percepción del pasado. Comparar los datos de fracaso escolar de la LGE con los de las sucesivas leyes post LOGSE no tiene sentido porque estamos hablando de un sistema que obligaba a estar escolarizado hasta los 14 años en lugar de los 16 años. Justo las edades en las que la mayoría del alumnado de ESO hoy en día se decanta por estar dentro o fuera del sistema.

Vivimos rodeados de adultos que no saben hacer la "O" con un canuto. No es raro que alguien te pregunte, ¿de qué das clase? Cuando respondes que de Física y Química la puntualización más común es decir que él o ella se tuvo que estudiar la tabla periódica en el colegio y que aprendió mucho de esto o aquello. ¡Pero no se te ocurra preguntarle nada de todo aquello que aprendió! Descubrirás que no queda nada de aquello, es decir, que no aprendió NADA.

Esa es la realidad de los sistemas educativos del pasado; se digerían contenidos que luego se regurgitaban en los exámenes y pasaban a ser historia. ¿Cuántos adultos de más de 45 años hay que no saben usar un ordenador? Los hay que lo encienden y manda a imprimir un documento, ¡claro! Pero en cuanto hay un mínimo problema se desesperan y no son capaces de comprobar si hay papel en la bandeja, si es problema de la red en la que está la impresora... ¿Cuántos de esos adultos saben usar sus terminales móviles y sacarles provecho? Da vergüenza ajena verlos aporrear las teclas o pantallas. ¿Por qué? Pues porque son víctimas de un sistema que jamás enseñó a aprender, que jamás se preocupó porque los alumnos aprendiesen a buscar información, a gestionarla y a hacerla suya.

Ahí es donde se hace necesario el concepto de aprendizaje comprensivo, que la tal Delibes no tiene ni idea de qué significa. Es necesario que TODOS seamos capaces de entender lo que aprendemos y podamos aprender por nuestra cuenta. Es la única clave del éxito educativo.

Pero nuestro sistema está diseñado justo para lo contrario, para que los alumnos sigan creciendo en ambientes enrarecidos en los que todo el mundo sabe y ordena qué tienen que hacer, sin dejar atisbo alguno a la libertad para actuar y equivocarse. ¿Así queremos que aprendan a qué?


¡CUIDAMOS LA PÚBLICA!

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