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VIOLENCIA CONTRA EL PROFESOR EN LAS AULAS DE SECUNDARIA

Iniciado por Luzindel, 14 Junio, 2015, 00:59:57 AM

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Luzindel

Comparto con vosotros un extracto de un artículo que a mi juicio es una tristísima fotografía escrita de lo que día a día vivimos y sufrimos muchos de nosotros. Aportaciones son agradecidas. Un cordial saludo.


Conflictividad en el aula. Violencia contra el profesor/a

Además de la violencia entre iguales, en los institutos de Educación Secundaria existe una gran conflictividad en el aula que afecta muy negativamente no solo al proceso de enseñanza-aprendizaje, sino también al profesorado, y esa conflictividad que llega a alcanzar cotas de la violencia real, de alta intensidad, puede hacer que el acoso entre iguales quede como algo periférico.

Durante las clases a alumnos/as de ESO (especialmente en los tres primeros cursos),se hace tremendamente difícil realizar algo riguroso, porque hay conflicto, tensión y descontrol, quedando con estas tres palabras perfectamente definida la situación de la Educación Secundaria. Y la situación, lejos de mejorar, va empeorando respecto a los cursos anteriores. Los innumerables comportamientos disruptivos que varios alumnos presentan durante las clases provocan violencia verbal, psicológica e incluso física, y ello es vivido frecuentemente con enorme disgusto y ansiedad por los profesores, quienes en casos extremos llegan a sufrir la total destrucción de su identidad profesional.

La casi total ausencia de la autoridad docente ha traído como consecuencia, que bastantes alumnos durante las clases presenten conductas inadecuadas, como es el comer chucherías o escuchar música en su walkman mostrando total desinterés hacia las explicaciones y figura de su profesor, cuando no, interrumpiendo las clases por su frecuente impuntualidad, llamando en voz alta a algún compañero, haciendo comentarios inoportunos a voz en grito, levantándose de su sito sin el permiso del profesor, enzarzándose con algún compañero dialéctica o físicamente, e incluso humillando descaradamente a su profesor. Estas situaciones, absolutamente habituales en muchas aulas durante las clases, provocan un importante descontento en el profesorado, que llega a sentir miedo o angustia previo a entrar en determinadas aulas.

Algunos alumnos/as presentan problemas muy serios de comportamiento, comportándose de forma grosera y desconsiderada, y muestran hacia su profesor/a o hacia sus compañeros una elevada agresividad física o verbal sin justificación alguna. Si bien es cierto que en general se trata de una violencia de "baja intensidad" (ruidos intencionados, chillidos estridentes, palabras malsonantes u obscenas en medio de una explicación, sin que muchas veces el profesor pueda reconocer o identificar su origen), no es menos cierto que este tipo de comportamiento crea un estado de tensión tal que tiene dosis de agresividad propia de la violencia real, de una violencia de alta intensidad que afecta sobre todo al profesorado. Ante estas conductas disruptivas, el profesor, una vez agotadas sus "estrategias pedagógicas", trata de controlar la situación y el orden de la clase poniendo "partes" o "apercibimientos" graves y/o leves a esos alumnos conflictivos ante la Jefatura de Estudios, y cuya acumulación puede originar la apertura de "expedientes disciplinarios" al alumno/a en cuestión.

Un gran porcentaje de profesores señalan los "problemas psíquicos" como su mayor problema. Un 25 % de profesores tiene una baja oficial o circunstancial cada año, y aunque solo un 3 % de ellas se identifican con problemas de estrés, la mayoría de las otras dolencias son originadas por esto mismo. La mayoría de las bajas se producen por la conflictividad escolar a la que los docentes deben enfrentarse a diario, y aunque suele calificarse a esa conflictividad de moderada, también hay que decir de ella que es constante.

Las aulas, a menudo se convierten en verdaderos campos de batalla, por múltiples razones, y en esas condiciones, desempeñar la tarea de profesor, exige disposiciones que podrían calificarse de "casi heróicas".

El psiquiatra Carlos Castilla del Pino (2000), en una entrevista publicada en el "Semanal", suplemento del periódico "El Sur", dice: No hay ahora mismo profesión que depare mayor sufrimiento que la de profesor de Instituto. Existe una patología del docente verdaderamente terrorífica. Los alumnos les han hecho perder la autoridad y es imposible mantener el orden en las aulas; ya no tienen miedo a la amenaza del suspenso, porque hasta los padres, en este caso, se ponen en contra del profesor.

En realidad, la escuela, ya no es exclusivamente un lugar para aprender, porque se ha convertido en una prolongación del hogar y de todos y cada uno de los lugares de ocio (bares, discotecas, el barrio, el campo de fútbol...); los alumnos no diferencian entre conductas dentro y fuera de la escuela.

El mal funcionamiento de la disciplina en muchos centros educativos es una verdad innegable. En un estudio llevado a cabo por el CIDE (1995), el 72 % de los 18.000 profesores de secundaria consultados, consideraba ya entonces, que la falta de disciplina en la escuela era un tema importante.

Cuando se habla del "malestar en la enseñanza", se destaca sobre todo el malestar del profesorado...su descontento...su disconformidad en lo relativo al desarrollo de su trabajo.

Si bien, los profesores de la Comunidad autónoma de Andalucía, parecen sufrir los mayores problemas, se trata de algo generalizado, que ocurre en todas la Comunidades autónomas de nuestro país.

(...)

Durante las clases los comportamientos disruptivos provocan violencia verbal, violencia psicológica, e incluso violencia física, conductas agresivas en suma, que pueden llegar a destruir la identidad profesional del profesor, que con frecuencia vive estos episodios con enorme disgusto y ansiedad. Y ello en parte debido a que la credibilidad de los profesores ante muchos padres de alumnos, es nula, valiendo tanto las palabras de los alumnos como la de sus profesores, por la falta o ausencia casi total de la autoridad del docente (Un 60.4 % de los docentes están de acuerdo o absolutamente de acuerdo en que hay una pérdida total de autoridad por parte del profesor, un 32 % está un poco de acuerdo con esa idea, y sólo un 7.6 % de profesores no están nada de acuerdo con ello).

Lo cierto es que bastantes alumnos durante las clases presentan conductas inadecuadas, comen chucherías y escuchan música en su walkman o i-pod, mostrando total desinterés hacia las explicaciones de su profesor, faltan a menudo a las clases y cuando asisten llegan tarde con frecuencia, y se toman confianza sin límite hacia sus profesores, arrojan al suelo las bolsas, brik o latas una vez consumidas las chucherías, batidos, zumos o refrescos, escriben sobre los pupitres y realizan grafitis sobre las paredes. Todo ello provoca un enorme descontento del profesorado con la situación actual, que ve imposible impartir clase a determinados grupos, e incluso siente miedo o angustia previo a entrar en determinadas aulas.

El estrés sufrido por muchos profesores/as el cual les aboca a sufrir diferentes enfermedades, es provocado por esas actitudes de determinados alumnos y por las humillaciones recibidas por parte de éstos, y por las que constatan también en otros compañeros de profesión.

La evolución de estas situaciones lejos de mejorar parece ir en sentido contrario, y empeora respecto a cursos anteriores. Al menos eso piensa un elevado porcentaje de docentes, quienes reconocen la gravedad de esas situaciones de violencia que se vienen produciendo. (...) Existe un importante acuerdo con la idea de que se ha producido un gran deterioro del sistema educativo, también en que los niveles de exigencia hacia los alumnos han disminuido drásticamente, y que la crisis de la ESO es una realidad incuestionable. Otras dos cuestiones que también generan un importante acuerdo entre los docentes es que hay una pérdida total de autoridad por parte del profesor, y que en la situación actual, tal y como se desarrollan las clases, se necesita un gran autocontrol y se produce mucho desgaste.

Los bajos niveles de convivencia en las aulas vienen dados por diferentes cuestiones o sucesos que los profesores reconocen haber vivido o conocido, y que se relacionan con ataques a la propiedad, con humillaciones, con insultos, con alumnos que les "levantan la voz", con situaciones que hacen salir al profesor llorando de clase, con robos, con el deseo de abandonar la enseñanza y con las agresiones físicas por parte de algún alumno o familiares de éste.

El respaldo que la Jefatura de Estudios proporciona o no a los profesores en sus conflictos interpersonales frente a alumnos y padres de éstos, resulta determinante para el manejo de la ansiedad del propio docente pero un 23.6 % de docentes afirman no sentirse respaldados por los Órganos Unipersonales de sus centros

Una posible explicación a todo lo relacionado con la indisciplina de las aulas y su evolución, podría estar en la escuela comprensiva. La escuela comprensiva que justificaría la motivación recomendada por la LOGSE, ha fracasado en todo Occidente. La ampliación de la escuela comprensiva hasta los 16 años es una de las ideas básicas de la LOGSE, y es precisamente en el 2º Ciclo de la ESO donde han surgido los mayores problemas y las mayores dificultades para su aplicación. Motivar a adolescentes que lo tienen todo no es nada fácil, y menos, si se hace desde la idea de que puede "aprenderse" sin esfuerzo... de forma lúdica. En un documento editado en 1987 bajo el título "Proyecto para la Reforma de la Enseñanza", figura una frase que ha mantenido la LOGSE de una forma férrea: "Los principios de la enseñanza comprensiva son irrenunciables en la reforma global de nuestro sistema educativo". Sin embargo la Pedagoga sueca Inger Enkvist, que conoce muy bien el modelo de escuela comprensiva, explica que se basa en una filosofía educativa que casi absolutiza al niño o adolescente; se considera a los alumnos dotados de una autonomía intocable y no se puede hacer nada que la enturbie: repetir curso, diversificación, promoción automática, incluso imponer una sanción es complicado. He ahí una de las causas del enorme deterioro de la disciplina (Burrel y De Vicente, 2002).

Creo que es precisamente aquí dónde radica el problema. Se están aplicando en Secundaria criterios que sólo son válidos para los primeros años de la Primaria, como la promoción de curso en función de la edad o el que compartan la misma aula alumnos con capacidades e intereses muy diferentes, y ello hace que el profesor tenga enormes problemas para motivar a sus alumnos. Un 43 % de profesores de Secundaria, están de acuerdo o absolutamente de acuerdo en que a veces, al no ser capaces de motivar a sus alumnos, o el no saber como hacerlo, le produce sentimientos de culpa. Otro 35 %, están también, "un poco de acuerdo" con esa idea.

La implantación de la LOGSE supuso sin duda un enorme avance social al alargar la escolaridad obligatoria hasta los 16 años, pero a pesar de sus muchos aspectos positivos, no ha funcionado como se esperaba. La crisis de la ESO es una realidad incuestionable para un 68.5 % de profesores y un 20.8 % más está "un poco de acuerdo" con ello. La sinrazón de algunos aspectos de la Ley, ha hecho equivocadamente del derecho y del deber de la educación un sinónimo de la mediocridad, del analfabetismo funcional y del embrutecimiento de adolescentes (para un 66.1 % de profesores ha habido un cambio brutal en los niveles, y apenas se exige a los alumnos, y otro 25.8 % está también "un poco de acuerdo"). Para algunos profesores no es que las cosas no marchen bien, sino que se encuentran en unos niveles de degradación difíciles de superar (para un 37.6 % de profesores, la situación es "deplorable, irresistible, no tiene nombres ni adjetivos", y sólo un 34.9 % de profesores no está "nada de acuerdo" con esa idea.

Pero los docentes tienen difícil arreglar por sí mismos la situación, porque la autoridad académica está cada vez más devaluada. Se ha destruido la autoridad del profesorado, que llega a sentirse inseguro y hasta pierde el control de su clase. Los alumnos gozan de una elevada permisividad en su casa, y los profesores tienen "atadas las manos" a la hora de imponer sanciones. Ha de hacerlo la "Comisión de Convivencia", el "Consejo Escolar" o el Director del Centro. Pero el profesor, individualmente, carece de competencia real para imponer siquiera mínimas sanciones más allá de la puerta del aula.

Que hay una pérdida total de autoridad por parte del profesor, lo piensa un 60.4 % de profesores, y un 32 % está también "un poco de acuerdo" con ello. El principio de autoridad está fallando en las escuelas y en las familias. En las escuelas porque no dejan hacer uso de él; y en las familias porque hay miedo a ejercerlo. Se hace necesario que los docentes puedan hacer valer su autoridad en la clase ante sus alumnos. Pero esa autoridad o auctoritas que se les supone, para hacerla valer, ha de ser reconocida por la Administración. Y no sólo por la Administración, sino también por la Sociedad. Sólo así dejará de haber profesores blanco permanente de las burlas "sangrientas" que les hacen sus alumnos. Un 27.2 % de profesores reconocen claramente que estos hechos se dan (quizás ellos lo han sufrido) y otro 41.7 % de profesores está "un poco de acuerdo" en que esas situaciones existen en los Institutos. Sin llegar a tales extremos de las "burlas sangrientas", para un 37.1 % de profesores, entrar en determinadas clases les supone un sufrimiento intolerable, y un 41.1 % está "un poco de acuerdo" en que entrar en determinadas "aulas" se está convirtiendo en un problema...porque en ellas hay alumnos ineducados y asilvestrados, a los que sus padres no han querido o no han podido civilizar, y éstos no sólo no obedecen a sus profesores, sino que se enfrentan a ellos con la más refinada crueldad.

Todo esto, sin duda, requiere en el profesor un gran autocontrol y le produce mucho desgaste, según un 84.5 % de profesores. Sólo un 2.1 % de profesores no está de acuerdo con ésto. Además, queda afectada la propia salud del docente. Según un informe de CCOO sobre "La salud laboral del docente", (Villanueva, 2000), de los 600.000 profesores que hay en la enseñanza pública, un 25 % toma la baja oficial o circunstancial cada año, y aunque sólo un 3 % de ellas se identifica con problemas de estrés, la mayoría de las otras dolencias son originadas por ésto mismo. Y según otro estudio "Prevención de riesgos laborales en los trabajadores de la Enseñanza" de FETE-UGT, (Pérez y otros, 2002), casi el 90 % de las bajas profesionales de la enseñanza, se ha producido por la conflictividad escolar a la que los profesores deben hacer frente, que si bien es "moderada", hay que decir también que es constante.

Las agresiones físicas al profesor, también se relacionan con las bajas laborales. Es en la ciudad de Melilla y en Centros de la Comunidad Autónoma Andaluza dónde con más frecuencia se da la agresión de alumnos o familiares de éstos a profesores; y es quizás allí dónde el problema es más grave, pero aquí, en la Comunidad Autónoma de Madrid, un 2.1 % de profesores de secundaria (alrededor de 461 docentes), dicen haber sufrido agresiones físicas por parte de sus alumnos o de sus familiares.

Pero todos estos problemas de los que hemos venido hablando no afectan a todos los profesores por igual. La personalidad de cada profesor es determinante en el control del estrés por parte del docente, ante las situaciones de indisciplina, pero a parte de ello, las profesoras resultan "más perjudicadas que sus compañeros varones". Estos resultados son similares a los obtenidos en un estudio sobre la violencia escolar en Nuremberg-Alemania (Funk, 1997), en donde se concluye que las profesoras sufren más a menudo violencia psíquica y verbal que los profesores varones.

(...)

La edad y la experiencia docente o antigüedad, también influye. Son los profesores más jóvenes y con menos experiencia docente, quienes suelen sufrir con mayor frecuencia los problemas descritos, resultados en la linea de los encontrados por Terry (1998) quien encontró que tener poca experiencia y ser del género femenino son factores de riesgo para recibir maltrato de los alumnos. Sin embargo no está del todo claro; la menor frecuencia de "problemas" que indican los profesores de más edad y con más experiencia docente puede deberse en parte a que éstos suelen impartir clase en los Institutos de las consideradas "mejores zonas". Además, suelen elegir las "mejores clases" al pedir primero en las "ruedas" que se efectúan para elegir curso, puesto que por antigüedad tienen "derecho" a ello.

A pesar de todo lo que soportan los profesores de Secundaria, tienen en muchas ocasiones dificultad para denunciar las situaciones de abuso del alumnado, porque suelen volverse contra el mismo docente, al que se acusará de no ser capaz de mantener el orden y el buen clima de la clase.

Se confirma así que el "malestar del profesorado" de Secundaria es real y bastante profundo. Sus particulares enemigos son la violencia en las aulas, la falta de interés por lo que dicen, y los mediocres resultados que obtienen los alumnos con su trabajo, y ello hace que la escuela pública esté perdiendo mucho, que esté degradándose a niveles que podrían calificarse de tragedia. Y son muchos los profesores que lo piensan . "La educación no es que esté mal. Es que está desastrosa", dice el Orientador de Secundaria (en un IES de Marbella) Ignacio García-Valiño, en una entrevista publicada en una revista profesional (García-Valiño, 2003, pg. 9). Y en este ambiente, los alumnos que más pierden son precisamente los pobres, porque son los pobres los que más carencias tienen, ya sean físicas, afectivas, intelectuales o económicas.

Ciertamente, la violencia escolar tipo bullying merece por supuesto toda la atención de los profesores, y todos los proyectos encaminados a erradicarla serán siempre insuficientes, pero opinamos que la conflictividad en el aula, la violencia catalogada como "de baja intensidad" que se ha venido describiendo, resulta mucho más perjudicial para el sistema y para la convivencia en los centros escolares que la anterior, pues ésta ataca directamente a los profesores mucho más de lo que en un principio pueda creerse. Podría decirse que hoy por hoy, son los profesores de Secundaria los verdaderamente "acosados" por sus alumnos. Al menos, no podemos negarles el papel de víctimas."
"Vivir es gestar un ángel para alumbrarlo en la eternidad". Eugenio D'Ors

olympe

Dónde ha sido publicado este artículo? Es muy bueno.



rents

Alguien diciendo la verdad sobre lo que pasa en muchos institutos... Si fuera él, miraría hacia atrás con frecuencia por si viniera un político responsable de la nauseabunda realidad relatada a darle una puñalada.


Guerrero

El artículo es una análisis certero y lúcido de la situación que se sufre en muchas aulas de muchos centros pero obvia  la complicidad, responsabilidad y connivencia de la Administración en estas situaciones y entiéndase la Administración como la Dirección, la Jefatura de Estudios y la Inspección.

Ante estas instancias el profesorado se encuentra vendido en numerosas ocasiones en las que no se quiere apoyar a los docentes por el riesgo a indisponerse con las familias y/o los alumnos. Son cobardes y cómplices de una situación que se desvirtúa curso tras curso hasta que se convierta en una profesión carente de vocaciones y sólo ocupada por aquellos mediocres que vean un sueldo fijo y dispuestos a soportar lo indecible por un poco de seguridad laboral.

Quizás esto sea lo que se busque desde las instituciones como las Consejerías, los Ministerios o los propios consejos de ministros, ciudadanos asilvestrados y embrutecidos que no sepan más que de su trabajo poco cualificado mientras las élites económicas de este país educan a sus hijos en centros privados o concertados (que eso es otro tema, dinero público para empresas privadas) donde estos problemas no existen.

jmcala

En la normativa no existe ni un sólo artículo que diga que los alumnos pueden hacer lo que quieran, que no trabajar en clase sea un derecho o que faltar el respeto sea una forma de comportamiento admitida.

Aplíquese la normativa taxativamente en ciertos casos.

Makka Pakka

Efectivamente es así­, todo está más que regulado, lo que pasa es que no sé porqué cojones nadie hace nada. Los directores no quieren expulsar a los niños y estos te amenazan con ir en su búsqueda. Es el mundo alreves! Cuando unos alumnos chotean aun profesor pero a otro no, se le echa la culpa al profesor. Que si no tiene autoridad, que si es muy blando que si.... El caso es echar balones fuera, barrer bajo la alfonbra, ...que parezca que todo está bien. La culpa es del profesor, no de los alumnos. Este es el compañerismo que hay entre nosotros, mientras todo va bien, muy bien. Pero como surja algún problema...Una prueba evidente del compañerismo, aunque no tenga nada que ver con esto, la tenemos en el reparto de principios de curso. Ahí todo el mundo va a muerte. Si yo voy primero, voy primero y me cojo lo mejor. El que venga detrás que arre.
En fin, yo, sinceramente, no se me ocurre ninguna solución más que el "sálvese quien pueda"
Esto se hunde y, como en el Titanic, sólo se salvarán lo que estén arriba.

Makka Pakka

Efectivamente es así­, todo está más que regulado, lo que pasa es que no sé porqué cojones nadie hace nada. Los directores no quieren expulsar a los niños y estos te amenazan con ir en su búsqueda. Es el mundo alreves! Cuando unos alumnos chotean aun profesor pero a otro no, se le echa la culpa al profesor. Que si no tiene autoridad, que si es muy blando que si.... El caso es echar balones fuera, barrer bajo la alfonbra, ...que parezca que todo está bien. La culpa es del profesor, no de los alumnos. Este es el compañerismo que hay entre nosotros, mientras todo va bien, muy bien. Pero como surja algún problema...Una prueba evidente del compañerismo, aunque no tenga nada que ver con esto, la tenemos en el reparto de principios de curso. Ahí todo el mundo va a muerte. Si yo voy primero, voy primero y me cojo lo mejor. El que venga detrás que arre.
En fin, yo, sinceramente, no se me ocurre ninguna solución más que el "sálvese quien pueda"
Esto se hunde y, como en el Titanic, sólo se salvarán lo que esten arriba.


manutranqui

Más claro agua, ese artículo es la realidad del día a día en muchos centros y lo que padecemos la mayoría de los compañeros y esto no tiene pinta de cambiar, al revés de ir a peor.

jmcala

Quizás la clave esté en no esperar que "otros" apliquen la normativa. Con el decreto 327/2010 en la mano, y el ROF del centro (que debe ser coherente con el decreto), debemos EXIGIR que se cumpla a rajatabla. Si un directivo pretende mirar para otro lado, después de seguir los trámites marcados en el ROF, se hace un escrito al servicio de inspección. Si el inspector viene con la tontada de turno y no hace entrega de sus "indicaciones" por escrito, se hace un recurso a la delegación. Si se hacen los suecos, nos vamos al juzgado más cercano para denunciar el incumplimiento de la ley.

Todos nos quejamos pero muy pocos son los que echan cojones y plantan cara. Y cuando alguien lo hace, el resto recula. Eso me ha pasado a mí, no me lo han contado.

Estos días, por ejemplo, estamos todos calladitos trabajando en condiciones de temperatura y humedad que son ILEGALES. Nadie dice ni pío, pero sí que los hay que se quejan de que los alumnos están ingobernables... Sin caer en la cuenta de que se pegan seis horas metidos en hornos.

Eso sí, Andalucía está imparable.


¡CUIDAMOS LA PÚBLICA!

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