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Las bases de Podemos plantean evaluaciones de los funcionarios

Iniciado por Taliesin, 12 Agosto, 2014, 22:04:22 PM

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chos

Cita de: Herte en 30 Agosto, 2014, 00:55:41 AM
   Chos: ¿por qué te empeñas en señalar a Lara como el principal responsable del fracaso electoral de IU? El presidente de una cadena que ve poco más del 5% de los españoles, ¿puede tener esa influencia en su permanente descalabro?

Pues muy sencillo, porque sin Lara y su decidida apuesta por Podemos, Pablo Iglesias estaría en su casa charlando con sus amigos sobre los males de España, y no lo conocería ni el gato. Hoy es el político español más conocido junto a Rajoy. Y la función objetiva de Podemos es dividir a la izquierda real.

El argumento chorra de que todo el mundo es "casta" menos Podemos, que me lo expliquen, porque conozco a cada pijo simpatizante de Podemos que vaya tela. A los pijos (sector hipster) es que les encanta ese cuento fashion de "una nueva manera guay de hacer política".

RM

Los que simpatizan con IU dicen que Podemos ha nacido para debilitar a IU.A IU le gustaría que no hubiese aparecido Podemos.

Y los que simpatizan con el Psoe piensan que IU nació para debilitarlos a ellos.Al Psoe le gustaría que no hubiese aparecido IU.

Yo sí pienso que nuestra clase política es una casta(como dice P Iglesias) que se autoperpetúa en el poder,que hace y deshace lo que le viene en gana sin consultarnos y que tiene demasiados privilegios.


RM

La culpa de que el Psoe haya bajado en votos no podemos echársela a IU,sino a que los socialistas no lo han hecho nada bien.

Por la misma regla,la culpa de que suba Podemos habrá que buscarla también en los errores de IU y que ésta no da salida a las expectativas de parte de su hipotético electorado .

En este mismo foro que se supone es un foro de izquierdas muchos no quieren saber nada,ni votar a IU porque se consideran engañados por la misma y algunos la consideran en muchos aspectos también de la casta política.

respublica

Cita de: RM en 30 Agosto, 2014, 12:40:35 PM
Los que simpatizan con IU dicen que Podemos ha nacido para debilitar a IU...

Y los que simpatizan con el Psoe piensan que IU nació para debilitarlos a ellos...

IU surgió como movimiento político auspiciado por el Partido Comunista de España, cuya historia se remonta a hace más de un siglo, mucho antes de que un mediático joven sevillano convirtiera al PSOE en un partido defensor de la economía de libre mercado, también llamada capitalismo neoliberal, frente al socialismo que había representado con anterioridad.

La cuestión que aquí podemos plantearnos es ¿a quién beneficia el nuevo partido Podemos?

En la respuesta quizás hallemos la explicación del apoyo mediático que recibe desde antes de su fundación.

De todas formas, si aún forzando con su aparición la división de la izquierda y el reagrupamiento de la derecha, además consigue que algo cambie, bienvenido sea.


Saludos.

- Cuando todos piensan igual, ninguno está pensando -


respublica


Hace ya demasiado tiempo que la socialdemocracia europea ratifica los mandamientos del liberalismo capitalista más exigente.


Sebastián Martín



En un acto cargado de sentido, el primer ministro francés, Manuel Valls, afirmó el pasado miércoles ante lo más granado de la patronal: «Francia lleva más de cuarenta años viviendo por encima de sus posibilidades». Acatamiento tan explícito de las máximas de la Troika no pudo menos que merecer el aplauso entusiasta del auditorio.

Tras deshacerse de los ministros díscolos, quienes, con Arnaud Montebourg a la cabeza, habían rechazado la aplicación en Francia de la doctrina de la austeridad, Valls justificó las flamantes medidas del gobierno: una rebaja para el empresariado de 43.000 millones de euros en cotizaciones sociales, el consiguiente recorte del gasto público y una mayor desprotección del trabajo (la «flexibilización de la contratación y del despido», por expresarlo en su jerga), son, al parecer, los sacrificios necesarios para que las empresas comiencen a crear empleo. Entre las medidas, sin embargo, no se mencionó ningún mecanismo que permita garantizar coactivamente ese aumento de la contratación laboral, que queda a merced de la buena voluntad de los empresarios.

Las simbólicas declaraciones de Valls han sido recibidas con decepción por numerosos militantes socialdemócratas en España. Las consideran un «giro a la derecha» que arruina, otra vez, las esperanzas del socialismo europeo. No obstante, atendiendo a los antecedentes de la socialdemocracia, el PSF no ha hecho más que volver a consumar la esencia de la praxis socialdemócrata, tal y como ésta ha ido decantándose, al menos, en los últimos treinta años.

Una de las primeras formaciones en adherirse a ella fue precisamente el PSOE fundado en Suresnes. Su líder indiscutible, Felipe González, en el revelador obituario que dedicó a su amigo Carlos Andrés Pérez, el presidente venezolano responsable de la masacre del Caracazo, lo expone sin rodeos. Recuerda en él que, ya en 1983, Pérez le llamaba para censurarle desde la ortodoxia socialdemócrata las medidas que estaba adoptando: «Reconversión industrial, ajuste económico, reformas de fondo, le parecían un seguro definitivo para la catástrofe electoral. Salvaba siempre la amistad cargando las culpas en los ministros de Economía, Boyer y Solchaga, en aquella dura época de los comienzos del mandato». Pero, a juicio de González, el tiempo vendría a darle la razón, pues, en cuanto el mandatario venezolano accedió a la presidencia en 1989, «emprendió políticas de reformas estructurales y de ajustes económicos» que «se parecían a las políticas que habíamos hecho nosotros y que él criticó con dureza en 1983, 1984 y 1985».

Así aplaudía González las «reformas estructurales» que Carlos Andrés Pérez realizó desde 1989, en plena concordancia con el fundamentalismo neoliberal y con bien conocidas consecuencias de pobreza y violencia institucional. La confesión no debe extrañar. El de González fue un gobierno que volvió a consagrar la especulación, el capitalismo de casino, las oligarquías pendidas del BOE, el clientelismo y la corrupción estructural como modelo político-económico para España. Y lo hizo adhiriéndose a las consignas del neoliberalismo. No lo dice quien suscribe, sino intelectuales de la propia órbita del PSOE, como, por ejemplo, Ignacio Sotelo: «Sin la menor querencia por una socialdemocracia, que ya habían criticado al inicio de la transición, apelando a modelos harto vagos de socialismo, al llegar al poder los socialistas de repente descubren que la única política eficiente para crear riqueza sería la neoliberal que predican Reagan y Thatcher. El keynesianismo [...] sería agua pasada».

El PSOE se colocó así en la vanguardia de la disolución liberal-capitalista de las organizaciones socialdemócratas. En la década de los 1990 empezó la teorización de esas prácticas, con la Third Way de Anthony Giddens, y prosiguió su plasmación en políticas nacionales, con el New Labour de Tony Blair y Gordon Brown, que comenzó a gobernar Gran Bretaña en 1997. Tan intensa fue la liberalización de la economía, tan extendido el alcance de las privatizaciones, tan profunda la desregulación de las relaciones laborales, y tan perceptible la agresión a un Welfare State que ni siquiera Thatcher se había atrevido a socavar hasta ese punto, que, con olvido del precedente español, el blairismo pasó a constituir la figura más nítida de esta desnaturalización de la socialdemocracia.

Los ejemplos, naturalmente, continuaron. A principios del presente siglo, Gerhard Schroeder, con su Agenda 2010, volvió a recurrir a las mismas recetas: bajada de impuestos y «flexibilización» de la contratación y del despido como estímulos para las empresas, por un lado, y privatizaciones, aumento de la edad de la jubilación y recortes en servicios y prestaciones, por el otro.       

Se trata de una senda de la que tampoco quiso escapar, de nuevo, el propio PSOE, ya durante los gobiernos de Zapatero. Desmintiendo el insostenible relato convencional, según el cual el presidente renunció a sus principios socialistas en mayo de 2010, cuando anunció los famosos recortes, la realidad de su política económica demuestra otra cosa: fue la reforma fiscal de Pedro Solbes, en vigor desde 2007, y centrada en una sustanciosa rebaja de impuestos a las grandes sociedades y a las rentas más altas, la que evidenció con claridad que la agenda era prácticamente desde el comienzo la propia del que llaman socioliberalismo.

El Estado dejó entonces de ingresar cuantiosas sumas. El mismo Rubalcaba llegó a reconocer el serio quebranto que había supuesto esta reforma para las arcas públicas. Los más condescendientes atribuyeron la decisión a una humana confusión de un superávit coyuntural, que se disfrutaba por el boom inmobiliario, con un superávit estructural, que, de existir, habría permitido tal descenso impositivo. La verdad, sin embargo, es que no se trataba más que de la aplicación dogmática de una doctrina interiorizada por la dirigencia socialista.

Cabría incluso aludir a la nueva estrella del centro-izquierda italiano, Matteo Renzi, quien, con la retórica eficientista, pragmática y desenfadada del blairismo, también presume de recortes, privatizaciones, desprotección laboral y desmantelamiento del sector público.

Sobran más ejemplos. Los enumerados hasta ahora bastan para pensar que lo de Hollande y Valls no ha sido un accidental «giro a la derecha», un acto de traición a los principios esenciales socialdemócratas. A estas alturas, la verdad, no vale llamarse más a engaño. Hace ya demasiado tiempo que la praxis de la socialdemocracia europea ratifica los mandamientos del liberalismo capitalista más exigente. Sus principios ideológicos históricos, ya muy diluidos, siguen ejerciendo su papel, ante todo de reclamo sentimental para cierta militancia leal y masoquista, aunque también llegan a inspirar medidas aisladas, de naturaleza civil, cultural y hasta remotamente económica, que, sin embargo, en nada afectan al grueso de la agenda económico-social y laboral, de contenido solo regresivo.

La identidad de la socialdemocracia europea ha abrazado sin reservas los dictados liberales. Sus propios fundamentos culturales, de carácter idealista e individualista, son indistinguibles del liberalismo, a despecho de cualquier acercamiento materialista o comunitario a las relaciones sociales. Su concepción última de la política, como actuación que para ser «responsable» debe plegarse a un contexto social objetivo, fruto del desenvolvimiento espontáneo de las jerarquías privadas, es la genuina de los liberal-conservadores, que siempre han amenazado con el caos ante cualquier medida de transformación social sustantiva. Y su política económica, fiada al estímulo de la oferta (incluso en un momento de obvia depresión de la demanda interna), responde con exactitud a las indicaciones del interés capitalista.

Se trata de un mimetismo consecuente con la colonización que de los partidos socialdemócratas europeos han realizado las oligarquías económicas, las verdaderas y coherentes portadoras de esa cosmovisión, hoy secundada por los principales dirigentes socialistas. Hay que reconocer, con todo, que el dato no carece de ironía y dramatismo: les ha bastado con poner al frente de las formaciones socialdemócratas a varones jóvenes de apariencia resolutiva, trasuntos políticos del yuppismo económico, para lograr que el Estado social muera nominalmente a manos de las mismas organizaciones que más hicieron por fundarlo.

- Cuando todos piensan igual, ninguno está pensando -

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Arturo González


1. Ni Podemos ni IU, ni por separado ni juntos, podrán ganar con mayoría suficiente para gobernar. Los españoles rechazan muy mayoritariamente a) el derecho a decidir de Catalunya, que ambos defienden, y b) el comunismo, más explícito en IU que en Podemos, pero que tampoco lo aclara, y debería aclararlo en la asamblea ciudadana que comienza el 15 de septiembre para definir su estructura de partido y votar los principios de la formación y quiénes la dirigirán, y que durará dos meses hasta el 15 de noviembre.

2. El PSOE, a caballo entre marca blanca del PP e izquierda light, seguirá teniendo peso político importante gracias a su alejamiento de todo radicalismo.

3. Los españoles tragan con lo que les echen (por ejemplo, la elección de alcaldes o la Ley de Seguridad Ciudadana), siempre que no rompan sus esquemas fundamentales.

4. Se vive algo mejor que hace dos o tres años. Pero las desigualdades han aumentado notoriamente.

5. Ya nunca se suprimirá el artículo 135 de la Constitución. Seremos más pobres eternamente.

6. Es imposible salirse de la UE y del euro. No se podría subsistir en la pobreza muy acentuada y generalizada. ¿Alguien se ha salido? ¿Por qué Irlanda, Grecia, Portugal, Italia han luchado desesperadamente para permanecer, por qué quienes aún no pertenecen hacen lo necesario para entrar por duro que sea?

7. De hecho, en España y tras las reformas laborales, todo trabajador es un esclavo.

8. El Partido Popular no tiene usos democráticos. Basta ya. El catedrático de Derecho Constitucional Pérez Royo señala que toda, toda, la oposición debería retirarse de toda participación parlamentaria en el asunto de la elección de alcaldes y dejarlos solos sin intervenir en ningún trámite. Yo añado que tal vez deberían hacerlo en todos los asuntos. El Partido Popular no respeta ni mínimamente a las minorías, uno de los principios básicos de un sistema democrático.

9. No obstante, lo único que compensa en la vida es el anhelo, el ensueño, la imaginación, la fantasía, la quimera, el ideal, la utopía. Pero una cosa es la utopía y otra ser bobo.

Pero, por supuesto, puedo estar equivocado. Y ojalá lo esté. No olvido que mi epitafio será Nunca nadie le dio la razón en nada.

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Público - 30/08/2014

Sabina contra Podemos

Aníbal Malvar


Anda la gente de orden tan preocupada con eso de Podemos que cada cosa que se dice en un bar acerca de estos chicos se convierte en portada de los periódicos y de las revistas del corazón. Está pasando estos días con las declaraciones de Willy Toledo y de Joaquín Sabina. Toledo fue contundente en el fondo: "Creo que esto ya no merece más espera por mi parte. González, Solana, Almunia: PSOE 1978. Iglesias, Monedero, Errejón: Podemos 2014. Pena". Sabina se centró en las formas: "Tienen que reciclarse un poco y adaptarse al siglo XXI" limando su discurso "demasiado marxista".

Desde hace muchos años, uno echa de menos en los periódicos las opiniones del creador, del intelectual, del cómico y del científico. Solo sale Mario Vargas Llosa criticando a Chávez y a García Márquez después de muertos. Pero ahora, con este miedo generalizado a Podemos, cualquiera puede promocionar gratis su nuevo disco o libro soltando cualquier gracieta sobre Podemos. A mí, a quien solo leen cuatro gatas, me vendría muy bien para la promoción de mis novelas decir, en plan Ana Botella: "Podemos nace de la unión antinatural de una pera con una manzana, pues Pablo Iglesias está emparejado con una chica de IU".

No se tomen estas prosas como críticas hacia Sabina o Toledo, que están en su perfecto derecho a decir lo que les dé la cultural gana. Pero, si su opinión es tan importante, me encantaría que todos los días los periódicos titularan con ella. En la misma entrevista a Sabina de la que se extrae la crítica contra los nacientes marxistas del 15-M, también se puede leer una reflexión sobre lo que estamos viviendo bajo el gobierno de Mariano Rajoy: "Están acabando con la educación pública, con la sanidad pública, y creo que van incluso contra la Ilustración. Es un momento muy dramático". Si Sabina hubiera dicho solo eso de la Ilustración y el PP, que me parece mucho más importante, ningún periódico de orden lo hubiera llevado a portada ni a titular ni a la sección de anuncios de contactos.

Se entiende que cualquier cosa que afecte a Podemos se revista de oropeles mediáticos, ya que es fenómeno imprevisto, inclasificable y de crecimiento feraz. Pero convertir en titular las palabras de Sabina recomendando que "tienen que reciclarse un poco y adaptarse al siglo XXI" me parece excesivo. Entre otras cosas, porque es una trivialidad y una ocurrencia muy blandita. No se puede negar espíritu ventiunista a un partido que ha nacido de las redes sociales y la calle, y que ha recuperado la política y el voto para los jóvenes. Empezando por ahí. A mí me parece que Podemos es mucho más siglo XXI que Sabina.

Sabina también ha dicho, por cierto, que "Podemos seguirá creciendo" (y ya es la tercera fuerza políticia de España). Con notable perspicacia, el núbil y gigantesco partido se ha apresurado a copar más titulares a través de la respuesta de Juan Carlos Monedero, uno de sus portavoces: "Sabina nos hace volar con sus canciones, pero su cultura artística no está a la altura de su comportamiento político".

En resumen, que Podemos también ha conseguido que la controversia eterna entre creadores libres y políticos regrese a las portadas de los periódicos, al debate social y tabernero, y a las disputas de patio. Estos chicos no me paran de asombrar. Empezaron silenciados, después tomaron sutilmente huecos en las páginas de política, más tarde reventaron encuestas electorales, entonces ya empezaron a tener cabida, con su programa económico, en los suplementos salmón, y ahora andan coqueteando con las páginas de cultura. Dentro de poco veremos a Iker Casillas y a Jesulín de Ubrique debatiendo en la tele si no será conveniente que alguien le corte la coleta a Pablo Iglesias. Ladra tanto la gente, que yo creo que estos tíos andan cabalgando.

- Cuando todos piensan igual, ninguno está pensando -

RM

Efectivamente Podemos ha venido a dividir más el voto de la izquierda,pero la explicación  no puede ser  sólo de la Sexta sino de la insatisfacción de muchos votantes de izquierda con la izquierda tradicional.

Un ejemplo lo veo en 3 de mis amigos que votan Podemos:

2 eran votantes socialistas y se consideran defraudados por el Psoe
1 era votante histórico de IU y dice que le suena mejor lo que dice Podemos que lo que dice y hace IU.

Si a los socialistas se les van votos (a IU y a Podemos)deben hacer autocrítica del por qué.

Si a IU se le van votos a Podemos también debe hacerla.


RM

Un ejemplo concreto lo tendremos en Andalucía:

Si uno está contento con lo que hacen PSOE-IU se plantearán seguir votándolos.

Si uno se considera defraudado con la coalición Psoe-IU puede que se plantee votar Podemos si no quiere al PP.




respublica

Los estrategas de todos los partidos han analizado los resultados de las elecciones europeas y han sacado sus conclusiones, lo que no veo yo tan claro es que los electores hayan sacado las suyas.

La gente mayoritariamente se sigue declarando de centro, centro izquierda o centro derecha, a pesar de que los partidos de ese espectro político les han defraudado y robado. La mayoría se muestra partidaria de extender el estado del bienestar y de que éste sea sufragado con una justa redistribución de la riqueza, pero luego no asumen que ese es un planteamiento netamente de izquierdas, no de centro izquierda y menos del liberalismo. Por eso se encuentran desconcertados y no saben a quién votar. Se desclasaron y ya no se encuentran ideológicamente cómodos en ningún sitio.

Podemos ha recibido apoyos de muchos descontentos que nunca votarían a un partido de izquierdas, además del grupúsculo de extrema izquierda que lo gestó, pero la clave está en qué hará cuando tenga que decidir gobiernos locales, autonómicos o nacionales. Lo más probable es que sus bases decidan lo que se haga en cada caso, que es justo lo que hizo IU en las pasadas elecciones y que le hará perder apoyos de la minoría que no acepte el resultado que la mayoría de las bases decida. Y además la imagen a nivel nacional saldrá destrozada cuando en unos sitios apoyen a Bildu, en otros a ERC, en otros pacten con el PP para que no gobierne el PSOE, etc.

Es fácil decir que no van a apoyar al PP ni al PSOE pero en la práctica eso es imposible si ambos siguen siendo mayoritarios y luego en los parlamentos hay que elegir uno de los dos, si no por acción, por omisión.

Es el mismo dilema al que se ha enfrentado IU en Andalucía y otras comunidades. Si no apoya al PSOE, gobierna el PP y los medios del PSOE pregonarían que se ha vendido haciendo pinza con la derecha, sus recortes y corruptelas. Y si apoya al PSOE, parte de su propio electorado dirá que se ha vendido a la casta y el PP dirá que el PSOE se ha radicalizado a la vez que el minoritario es cómplice de los recortes y corruptelas del PSOE.

Para algunos todo lo que no sea el PPSOE siempre actuará mal, haga lo que haga, pero impiden que haya una alternativa de cambio.

¿Por qué no probamos a que en vez de que el PP y el PSOE sumen un 80% entre ambos no superen el 20 % y que IU y Podemos empaten al 40 %? Luego ya vemos si lo hacen mejor unos u otros o hay que echarlos a ellos también.

Sin embargo no creo que sea esa la lección que la gente ha sacado de las europeas.


Saludos.

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